Hace algunos años, delincuentes desaprensivos se robaron la estatua a Jefferson Pérez, el gran deportista que nos llenó de gloria. Afortunadamente, la escultura fue recuperada aunque con un pie mutilado. Estos días se ha recordado la gran hazaña deportiva de Pérez y su medalla olímpica, se ha escuchado su palabra sencilla, sincera e inteligente en los medios. Es hora de que Quito rinda homenaje a este ecuatoriano ejemplar, que el Cabildo explique dónde está la escultura y se le devuelva a un sitial importante como muestra gratitud y admiración.