Acabo de leer la propuesta de Catón Villacreces (Cartas a EL COMERCIO del 11 del presente) referente a realizar una campaña para exigir la construcción de un gran puente hacia el futuro aeropuerto. Con entusiasmo de quiteño y ecuatoriano me sumo a tal iniciativa. Para ser grandes debemos pensar en grande. Quito siempre lo hizo y lo seguirá haciendo; sin embargo ciertas mentalidades parroquiales seguirá pensando en la llamada ¡Vía Viva que ya está Muerta!, como bien lo afirma el autor de la propuesta. Esa vía no dará solución alguna a la creciente circulación vehicular, todo lo contrario traerá más congestión al aumentar la demanda para ir y venir a Tababela. Quito, como la urbe que más carga tributaria soporta y actual capital económica del país, según el último censo, merece la atención del Gobierno, no en calidad de compasión sino conforme al derecho que le asiste y al interés general del propio país. Si en otras latitudes se han realizado grandes obras, por supuesto que está bien, pero está muy mal que la ciudad que más aporta al erario nacional no reciba atención en proporción a su contribución económica y política. Quito se halla en pleno abandono. Ni siquiera se ha construido un nuevo paso a desnivel que por lo menos disimule los huecos.
En breve síntesis expongo seis grandes beneficios que el puente propuesto acarreará para el bien común:
1.- Un puente como el previsto cortaría significativamente la distancia Quito al aeropuerto y viceversa y permitiría acceder al mismo en menor tiempo.
2.- La reducción de la distancia acarreará una drástica disminución de combustible vehicular, por ende una significativa reducción del subsidio estatal.
3.- Gran parte del financiamiento del puente estaría dado por el ahorro de combustible.
4.- Sustancial reducción de la contaminación ambiental.
5.- Reducción de costos por expropiaciones de propiedades agrícolas y residenciales.
6.- La ruta para acceder al puente pasaría por zonas no habitadas ni cultivadas.