Una vez más sorprende el Estado por su afán de polemizar y destruir valores ancestrales vigentes. Ahora se trata de la “ley de profesión religiosa y ética laica” (así con minúsculas por las características torpes en que está concebida) y que, en un país eminentemente católico como Ecuador, significa una afrenta contra el espíritu individual y social.
¿Qué se pretende con esta demostración de ultraizquierda?¿Actualizar ideas marxistas despiadadas? ¿Exhibir ante el mundo la posición atea del Gobierno?¿Negar la existencia de un Dios eterno? ¡Por favor!, no somos niños ni diplomáticos zoquetes en espera de recompensas. El pueblo religioso defenderá con valentía, como lo ha hecho siempre, el derecho a profesar su fe.