En estos últimos días, existen opiniones un poco ligeras sobre este proyecto que está preparando el Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos.
Las sociedades evolucionan, y como tal conllevan el crecimiento poblacional y económico, con los diversos problemas de convivencia.
Al establecer la necesidad de una ley, lo que se busca es normar, reglamentar y definir el respeto individual y de grupos, al buen vivir, como lo establece la Constitución en vigencia.
Si bien nuestro país tiene una masa poblacional de mayoría católica, creo que no es un obstáculo el que se establezca una ley de este tipo, con sus respectivos reglamentos para evitar arbitrariedades y excesos.
He sido testigo de abusos de algunos ciudadanos, que con el pretexto de celebrar misas campales en la vía pública, las cierran y celebran con altavoces estridentes, música y consumo excesivo de licor hasta altas horas de la noche, a vista y paciencia de las autoridades policiales, que lo único que atinan a decir “es que tienen permiso de la autoridad respectiva”.
La discusión de esta ley se la debe llevar con mucha madurez , con los diferentes representantes de los grupos religiosos. Debe primar en su esencia y contenido, el respeto al buen vivir y bienestar de todos los ciudadanos ecuatorianos.