Para ti Meridiano, en tus fiestas
Los dioses dispusieron que seas construido en medio de colinas, no es poca cosa, Roma la ciudad eterna también lo está; no estás tan cerca de las nubes, ni te aproximas a las aguas azules de los océanos, de ahí, tu clima primaveral; quien te vio por primera vez, te bautizó con el nombre de Meridiano, que significa austral o distante, quizá por eso la naturaleza se encaprichó contigo, y decidió que nunca serás ciudad, pero sí la envidia de otros pueblos, a los que el progreso les está arrebatando lo que a ti nunca te quitarán... la calidez de tu gente, el verdor de tus praderas y el silencio de tus atardeceres; aquí en esta lejana tierra, reinó, no hace mucho, un hombre poderoso, acaso el último de esa estirpe, en esas latitudes, jinete magnífico, de menuda estatura, recio carácter y voz severa; aún su eco junto al galope de su alazán dicen escucharse por los montes donde el cabalgó, y una silueta con sombrero en los páramos creen divisar; creencias estas, que testimonian sus legendarias andaduras que desplegó a lo largo de toda su vida, en busca de sustento y bienestar para su pueblo.
La Divina Providencia, embriagada de júbilo por el nacimiento de este valeroso hombre, decidió llamarle a este paraje, ya no Meridiano, si no la Troya del Noroccidente, porque aquí iba a habitar también un Aquiles, eso sí, más poderoso que el griego, porque este no necesitó espadas ni ejércitos para conquistar la gloria, solo le bastó la sencillez de sus acciones para alcanzar la luz de su gloria, la misma que le iluminó su vida, pero cuando esta se apagó, su rostro se ensombreció. Un homenaje a un hermoso rincón de mi país y a mis tíos Aquiles y Gloria quienes fueron hijos e íconos de esas tierras.
