Manuelito también lloró tu partida

El calendario de la vida con su implacable mutación de las horas, va dejándonos muchas huellas en el alma. Ahora todo descansa en la soledad del afecto: la memoria imborrable de Alfonso Barrera.

Resulta difícil hacer una semblanza de quien fuera novelista, poeta, jurista y diplomático. El inexorable destino de la muerte, nos deja la huella perdurable de sentir que sus palabras permanecen en el arca de los recuerdos. Pienso que la grandeza espiritual del hombre no puede morir. Su vida fue una expresión de sencillez, talento y bondad. En su alma de poeta habitaban la comprensión, de amor y esperanza.

Un autor dijo: escribe y seguirás enseñando después de tu muerte. Efectivamente los libros perduran más que sus propios autores, la difusión de la cultura a través del libro, constituye el mejor medio para alcanzar una auténtica presencia. Todo hombre que escribe sigue viviendo entre las hojas blancas o amarillentas de un libro, se eterniza de algún modo.

Alfonso Barrera buscó completar su tiempo en la tierra, dedicando sus mejores horas a la lectura y entregando a la conciencia de los demás, lo más excelso de la vida hecha conceptos. Cómo se puede conseguir la paz interior, sino compartimos con los demás las penas y alegrías del alma, al igual que no se puede ser indiferente, ante el perfume de una flor o su color radiante, creo que es muy duro cerrar los ojos ante el dolor de la muerte de un ser querido.

La paz y los recuerdos me permiten restablecer la fisonomía de unos años felices, de viajes y juegos, está presente su ternura y su gran calidad humana, siempre sintió y supo contemplar con pasión al mensajero de la paz y del progreso: el libro.

Ahora todo descansa en la soledad del afecto y una vida aureolada de recuerdos… Su obra predilecta: 'El país de Manuelito' se difundió dentro y fuera del país: Manuelito también llora tu partida.

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