La Juventud
Es la creadora del porvenir. Lo es por fervor de su voluntad, por desinterés de sus acciones, por la claridad de su pensamiento, por su vocación de heroísmo y de sacrificio y por qué no está aherrojada, aprisionada por odios pequeños, por ambiciones ruines, por codicias de poder, de riqueza, de grandeza política.
En estos momentos difíciles para el país, requerimos de ella, pues tiene intactos los tesoros de la vida y del alma, esos tesoros que después a lo largo de la vida, van menguándose muchas veces, y truncándose por los oropeles del éxito y por el apego a intereses materiales.
Ahora como nunca tiene la obligación y el deber de mantener intactos esos tesoros y de hacerlos servir en beneficio de la patria, de su progreso y de su libertad. No puede malgastarlo al servicio de causas pequeñas y bastardas. Hay que darle cause y rumbo a su fuerza prodigiosa, hay que señalarle la obra que debe llevar adelante. Hay que darle ejemplo de amor a la patria.
Se ha pretendido olvidar que en la vida del hombre y en la vida de los pueblos lo que tiene importancia primaria, lo que constituye su personalidad, su fuerza, su dicha, son los valores morales y espirituales. Pueblo o individuo que se satisfaga con los bienes materiales y que, a cambio de ellos, entregue su dignidad, su libertad su altivez son pueblos e individuos en trance de disgregación, corrupción y muerte.
Es hora que la juventud ecuatoriana reaccione para un futuro mejor.