Cuando don Luis Carrera me sintió preparado ‘heredé’ casi todos los clientes especiales que visitaban Librería Cima. Y como ya he contado reiteradas veces, tuve el privilegio de atender a un sinnúmero de personajes de toda índole en el quehacer cultural, político y económico del país. Había alguien muy especial que por su talento personal y más que todo por su buen humor nunca podría olvidar. Este amigo era el doctor Gustavo Chávez Estrella. Cuando se produjo mi ‘traslado’ a Librería Española ahí estuvo presto a felicitarme y continuó siendo mi amigo y cliente. Era un lector multifacético. Leía tanto lo de su profesión como todo lo humanístico. Por algún tiempo no lo volví a ver y solo por un frío parte necrológico me enteré de su fallecimiento. Muchos amigos inolvidables
se van muriendo y en la memoria del librero quedan los más gratos recuerdos y un agradecimiento íntimo por el privilegio de haberlos conocido. Lamento profundamente su partida
y uno siempre se pregunta a dónde irán estos grandes seres humanos y el espíritu de sus lecturas.