No soy una persona religiosa. Dejé de serlo hace muchos años, quizás como muchos, por encontrar falta de coherencia entre lo que se predicaba y lo que se practicaba.
Francisco es un ser humano especial, nacido para ser un líder y ser un ejemplo. Ha sido coherente toda su vida y lo sigue siendo hoy, que es un líder mundial, respetado y amado no solo dentro de la Iglesia Católica.
Un líder que predica amor y demuestra amor a todos sin diferenciar raza, religión o posición.
Un líder que da y demuestra amor en su rostro, sus ojos, su sonrisa, sus gestos, su calidez. Un líder que predica y vive la humildad, la pobreza, el respeto a los demás seres humanos sin importar su religión, su forma de pensar, su estado civil.
Un líder que dejará muchas enseñanzas. Nos ha tocado la vida. Su secreto la honestidad, la coherencia, la valentía, la sinceridad.
No podemos predicar pobreza, humildad, paz, justicia, diálogo si no somos sinceros y honestos.
Los seres humanos sabemos distinguir la sinceridad en los gestos y las expresiones de los rostros más que en los discursos y las palabras que finalmente se las lleva el viento. Son las acciones las que nos convencen. Podemos equivocarnos, pero no somos tontos para siempre.