Encerramos a la víctima equivocada

Mientras que los niños permanecen encerrados en sus casas por ya casi 11 meses, los adultos gozan de bares, restaurantes y centros comerciales a su antojo. Si algo sabemos de este virus es que los más afectados son los adultos mayores, y que los niños afortunadamente no son víctimas en gran medida del covid-19. Lamentamos los casos muy específicos de niños que han sido afectados, pero estadísticamente hablando la carga viral en los niños es baja y sus efectos son mínimos en comparación con los adultos (Harvard Health Publishing, 2020).

Entiendo que a líderes de salud y educación les ha tocado la dura decisión de cuidar a la población y tomar políticas que favorezcan a la mayoría con el fin de no saturar nuestros limitados hospitales. Sin embargo, sí es necesario poner algunos puntos en consideración para nuestros líderes.

Mientras los niños quedan encerrados en casa recibiendo una educación inapropiada para su desarrollo social, ha quedado en evidencia que la escuela no solo es fuente de aprendizaje de conceptos académicos sino de destrezas cruciales de socialización y cuidado mental. La escuela no solo es fuente de aprendizaje académico, sino de un importante desarrollo de destrezas socioemocionales. Para muchos niños la escuela es fuente de alimentación (Unesco, 2020), pues en muchos hogares el desayuno escolar es la única fuente de alimento.

Por otra parte, la escuela es el espacio más seguro para los niños. Las altas tasas de abuso psicológico, emocional y sexual se han disparado en la pandemia, poniendo en evidencia este argumento. La Filac reportó en el 2020 que hay un promedio de 27,2 abusos sexuales cada día contra menores de edad.

La escuela es también la posibilidad para que muchos padres trabajen y sustenten las necesidades económicas de su hogar.

Si los padres no tienen donde dejar a sus hijos, estos quedan abandonados en sus casas con todos los riesgos que les compromete.