Ecuador merece respeto de la comunidad internacional y de las personas extranjeras que viven en él; los ecuatorianos en general, pero en particular el gobierno y las instituciones responsables, tenemos y tienen el deber: de garantizar del derecho de una cultura de paz, seguridad integral y a vivir en una sociedad democrática y libre de corrupción.
El Ecuador es un país de emigrantes -verdaderas diásporas, como consecuencia de los desgobiernos-, pero también receptor de inmigrantes, por lo que, entendemos y comprendemos los dramas que viven unos y otros. Hace ya algunos días, mientras caminaba por la Av. Mariscal Sucre, vi a un grupo familiar que arrojaban cáscaras de banano y más basura a la calzada, a pocos pasos hay un basurero y les pedí que lo usen, me contestaron: ¡no es mi país…! Llamé al 911 a reportar, que alguien haga algo… Hace pocos días, en la Av. Amazonas, cerca de El Labrador, la señora que iba en el vehículo de adelante, le reclamó a un ciclista que debe utilizar el carril apropiado, recibió como respuesta: ¡no es mi país…!
Lo anterior y una serie de delitos que a diario conocemos, me ha indignado y me motiva a pedir al Sr. Presidente de la República y demás autoridades: corrijan la permisividad, la irresponsabilidad y la lenidad de los últimos años. No puede ser posible que muchas personas hagan lo que les venga en gana, irrespeten y quebranten las leyes y normas de convivencia, afectando la ya precaria “seguridad integral” de los ecuatorianos. ¡Ecuador merece respeto!