El fin de semana anterior tuve el gusto de subir, con algunos amigos y todos nuestros hijos, hasta la Cruz del Ilaló. En esta ocasión, a diferencia de las múltiples anteriores, tuve un gran problema referido a la presencia de decenas de motociclistas haciendo enduro en la ruta peatonal desde El Tingo hasta la Cruz.
Entiendo y respeto el derecho de los motociclistas a hacer su deporte, pero considero que no es el espacio apropiado.
El resultado de alrededor de 20 motociclistas que por grupos pequeños, medianos e incluso individuales, circulaban por el estrecho y escabroso sendero fue, primero, una bulla permanente en todo el recorrido. Segundo el que el sendero de piedra y roca terminó totalmente destrozado y marcado por las señales de los neumáticos que haciendo toda la fuerza, patinando y exigiéndose lograban, rompiendo todo a su paso, subir la ladera. Lamentable las marcas de neumáticos quemados en las piedras, ramas, senderos, etc., destrozando el recorrido. Tercero, y principal, el enorme riesgo que esta presencia conllevaba para todos los peatones, muchos niños, que recorriendo el sendero teníamos que hacernos a un lado para evitar ser envestidos por los motociclistas. La mayoría de ellos trataba con cuidado de no afectar a los peatones, pero siendo el terreno tan escarpado y sobre todo no diseñado para estos vehículos, los esfuerzos que tenían que hacer para seguir ascendiendo o para bajar sin caerse limitaba totalmente el control de sus motos. Más de una vez motociclistas estuvieron a punto de rodar con sus motos ladera abajo, arrastrando en el sendero a todos los adultos y niños que se encontraban en el camino.
Es responsabilidad de los motociclistas, pero yo apelo a los responsables de normar y controlar el uso de este espacio hermoso, saludable y necesario para los habitantes de Ecuador. No existe ningún tipo de señalética, prohibiciones, menos aún personal de control y se convierte a la ruta en peligrosa.