El nuevo presidente de la República debe liderar la elaboración de un Plan de Ética y Transparencia o Sistema Nacional Anticorrupción, con una visión a largo plazo y la participación de todos los sectores de la sociedad ecuatoriana. Me limitaré a citar algunos ejes: rescate de la ética nacional, que debe iniciar con el buen ejemplo de los presidentes de las funciones del Estado, de quienes dirigen las instituciones públicas y las empresas privadas; fortalecer el sistema nacional de control y auditoría para que sea más técnico y efectivo, principalmente en áreas de mayor riesgo, como la contratación pública; promover la institucionalidad de los organismos de control, investigación y la administración de justicia, para que la independencia y el profesionalismo sean requisitos indispensables; impulsar el control ciudadano con la actualización y aplicación de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública; seguimiento de casos emblemáticos de corrupción y la recuperación de los recursos públicos, para lo que se deberá contar con asistencia internacional especializada, para reforzar las actuales capacidades institucionales.