Dialogar en democracia no es pecado sino virtud
Durante muchos años nos acostumbramos al discurso del odio, de la descalificación del distinto. Esa es una muestra de inmadurez democrática y humana. Con motivo del resultado electoral, y luego de silencios peligrosos y amenazas de agitación y sospechas, los dos líderes, Lasso y Pérez, se reunieron.
Es un buen primer paso pero será indispensable recorrer todavía un largo trecho. Hará falta reconocer el conteo, verificado al detalle por observadores imparciales y, si es posible lograr un acuerdo entre ambas fuerzas para ganar las elecciones, desterrar políticamente al rival y luego formar gobierno y llegar a acuerdos saludables. La democracia lo exige.