Caso de análisis psiquiátrico

Una nueva carta publicada en El COMERCIO del 16 de noviembre por uno de sus abogados, de cuya lectura se traduce que él fue quien la dictó y no el defensor, se desprende no la exculpación de sus actos, sino la confusión sacrílega que tiene entre un acto “moral”; uno “inmoral”; y, otro “amoral”, por lo que solo así es posible entender, pero de ninguna manera justificar, el endilgamiento que hace contra los jueces que intervinieron en el largo juicio penal y su acusación como “director” del grupo de colaboradores encausados.

Solamente así se explicaría la transferencia que quiere hacer a terceros, de todas las pruebas materiales, documentales, testimoniales y periciales levantadas, para querer asomar ahora como “víctima de contubernio, asociación ilícita y delincuencia organizada”, según él, fruto de la “justicia mercenaria y politizada” que quiere tapar las obras realizadas con “honestidad”.

Falta que afirme: sin sobre precio y de la mejor calidad, olvidando que todos los contratos firmados en su gobierno pudieron tramitarse solo después de que recibían la “aprobación del jefe”.

Las confusiones que tiene Correa merecen que se las analice dentro de lo que es moral, inmoral; y, sobre todo amoral, porque un acto de corrupción aislado, que es la principal defensa de los correístas, no es lo mismo que el propio régimen organice el robo y el encubrimiento como “modus operandi”.