El país de los absurdos
Pensar que tenemos todo para ser un país próspero, lleno de suelos y subsuelos de mucha riqueza, encantos de naturaleza, lugares naturales donde florece día a día la vida y conviven seres de varias especies.
Pero maltratado, desfalcado, arruinado, mal administrado, llenos de sinvergüenzas, ladrones, que a lo largo de su historia política y especialmente de los últimos años han usado y abusado no solo de la dignidad de todos los ecuatorianos sino de los recursos y bienes del estado, ante la vista y paciencia y con la prepotencia y el abuso del poder.
Necesitamos una transformación radical en todo sentido. Pero eso se lo podría esperar su resultado si le damos desde niño las herramientas para hacer un buen ciudadano. La educación, la cultura va de la mano del desarrollo personal y social. Pero si seguimos pensando que por favor, aunque sea de profesor, consígueme trabajo. Si no ponemos normas y condiciones para ser Representante ante la Asamblea Nacional, así no avanzaremos nunca. El profesor es el Maestro, es el ejemplo donde se mira la sociedad. Del solo podemos esperar alumnos brillantes que aporten como buenos ciudadanos a cuidar y cultivar las enseñanzas. Y de los asambleístas, ese anhelo de sentir la satisfacción de haber podido, con una ley, sacar de la pobreza a cientos de compatriotas, pero se contentan con hacer riqueza ellos y sus familiares.
Pueblo que denigra su valor e importancia, es pueblo destinado a permanecer en obscuras. Nunca verá la luz del nuevo amanecer ni verá florecer ni en el campo, peor en la ciudad la semilla del amor patrio.
Lionel Efraín Romero Reyes