Un año después
Hace un año, el presidente Moreno anunció la supresión de la Secretaría Nacional de Inteligencia, Senain (otro nefasto engendro del correato) y en septiembre de 2018 se oficializó el anuncio con la creación de su reemplazo, el Centro de Inteligencia Estratégica, como entidad rectora del Sistema Nacional de Inteligencia, cuyas tareas actuales parecen ser muy distintas y distantes de las que hizo su siniestra antecesora.
El Primer Mandatario, para fundamentar y justificar su decisión, invocó entonces “el clamor ético de la ciudadanía y razones de austeridad estatal”. Entiendo que estos conceptos, obedecían a las ilícitas acciones clandestinas que se dice habría ejecutado la Senain y el ingente presupuesto que manejó, USD 310 millones durante siete años.
Conocemos por la prensa, que la Senain recibió cuestionamientos por restar importancia a la labor de los servicio de Inteligencia militar y policial tendientes a generar y procesar información estratégica esencial para la seguridad del Estado; en contraste, presuntamente se dedicó a desarrollar operaciones destinadas a satisfacer intereses políticos y personales del anterior régimen.
Diario EL COMERCIO en su Editorial del 21 de marzo de 2018 titulado “El fin de la Senain” manifestó su opinión: “La disposición del cierre no debe impedir, ni mucho menos, que los procesos de investigación sobre las acciones de la Senain, deban ser interrumpidos, menos archivados ni olvidados”. En esos días, el Contralor subrogante en cambio dijo que se auditaría el proceso de liquidación y elaboraría un informe relacionado con sus gastos especiales.
Excepto el “Caso Balda”, casi nada se ha hecho. En 2019, a principios del presente mes, por noticias periodísticas, nos hemos enterado que un ex coordinador de Gastos Especiales de la Senain, había sido vinculado a un proceso penal por supuesto peculado, en el cual también está implicado un ex director general, actualmente prófugo en un país europeo. Algo es algo, pero ¿y el resto?, ¿existen denuncias formales?, ¿se están impulsando las investigaciones por las ilegalidades que se habrían perpetrado? y ¿se están auditando los recursos que se emplearon en las tareas operativas?
No podemos caer en la amnesia colectiva, favorecida por la aparición semanal de permanentes e impredecibles nuevos hechos bochornosos que obnubilan el recuerdo de otros casos pasados, no menos graves. Prohibido olvidar, como decía otro prófugo en Europa.