Sería largo y cansado recordar todos los pasajes y actos de mi vida, una anécdota, lo explica: Para ingresar a la Escuela Nacional de Educación en el año 1946 y conocer los requisitos tuve que viajar en tren desde Riobamba a Quito por 7 horas.
En el Presente se puede acceder virtualmente, es decir pulsando una tecla se sabe lo que se debe hacer para dicha aplicación estudiantil. ¡Oh qué tiempos aquellos!. Transcurre mi vida de jubilado, tranquila y melódica.
Hago ejercicios diarios, me alimento sanamente, converso con mis plantas, duermo de 6 a 7 horas diarias, es mi rutina.
Los ejercicios físicos que diariamente realizo buscan mantener en buen funcionamiento las articulaciones que son las que se deterioran primero. Con énfasis en pies y manos qué es lo que más se utiliza y que sufren dolores y calamidades del trajinar diario.
Esto ayuda a mantener la vasodilatación en los sistemas digestivos, sistema de circulación, respiración y sistema nervioso que estimulan principalmente el nivel cerebral que controla las hormonas, elimina los desechos metabólicos, mejora el estado de ánimo, ayuda con el sueño, disminuye el estrés y las tensiones diarias.
Mi alimentación a base de verduras, hortalizas, cereales, proteínas y carbohidratos, indispensable tomar cuatro a cinco vasos de agua hervida con la inmensa diversidad de hierbas aromáticas de nuestro lindo Ecuador. Esta alimentación mantiene el equilibrio de cuerpo y espíritu.
Diariamente visito mi bello jardín que me da sorpresas al encontrar flores de diversas figuras con variedad de cactus, crássulas, siemprevivas y geranios con los cuales converso; una me dice: “tengo sed”, otra me dice: “estoy enferma” y otra: “tengo hojas secas”.
Comparto todo esto por que ha sido mi fórmula para estar saludable y lúcido a mis 95 años.
Pienso que si mi corazón late bien mi cerebro estará mejor. Vejez: soledad, miedo, dolores, enfermedades, añoranza, nostalgia, melancolía amigos, recuerdos, optimismo y felicidad son compañeros de vida.