Reelección indefinida

La reelección presidencial indefinida emprende una generalización en sus diferentes formas por América Latina, contrario a lo que acontecía en el decenio de los años ochenta, ya que las naciones que resurgían de los regímenes dictatoriales instauraban el camino a la democracia con la pancarta de una oposición a la reelección y peor aún de una reelección indefinida como se proyecta hoy por hoy.

El tema adquirió varios giros, insistiendo con un cambio que se pretende concluir con una reelección indefinida apadrinada por Venezuela y Cuba, que hoy se codicia en nuestro país, a pesar de una desaprobación anterior de parte del Ejecutivo y más autoridades seccionales afines al Gobierno.

Es curioso entonces porque estas nuevas argucias que impulse esta trama. Pues según los secuaces del partido de Gobierno, los ideales gubernativos que patrocinan, alinean de la insistencia del liderazgo que personifica el Presidente.

De lo que se puede concluir que una reelección indefinida encuentra los principios de un sistema que nos ubica en los umbrales de un Régimen de confusión, con una deducción creíble que lleve a una acracia, de congregación del mando en el Ejecutivo, que carga a un desliz hacia un sistema autoritario; y si realmente se ambiciona una reelección indefinida, el camino más correcto es a través de un referéndum.

La voz del pueblo es la voz de Dios. (Vox Populi Vox Dei).