Miércoles 11 de marzo. Mediodía. Riesgo país: 2879 puntos. El Gobierno necesita consolidar su propuesta de un tributo especial que, en sus cálculos, puede ayudar a salir del problema fiscal devenido por los bajos precios del petróleo y de las repercusiones del covid. Para ello, el ministro de Finanzas, Richard Martínez, concierta una reunión con los jefes de bancada y el presidente de la Asamblea, César Litardo (AP).
16:00. En plena reunión, los legisladores de varios partidos políticos hablan en los medios de comunicación. La mayoría de quienes hablan, obviamente, no están en la reunión con Martínez. Alegan posiciones ideológicas infranqueables: paliar la crisis económica con tributos no está en sus planes, aseguran.
17:20. Martínez y Litardo dan una rueda de prensa en al que anuncian varias acciones conjuntas entre el Ejecutivo y el poder legislativo para encarar la crisis. Los mensajes no son claros. El riesgo país de Ecuador cierra en 3245, el más alto desde el 2009. El riesgo país es un medidor de las condiciones económicas, entre otras cosas, le dice a los mercados internacionales si el país tiene capacidad para el servicio de la deuda, como dirían los economistas. La capacidad de pagar la deudas, en definitiva.
Hay dos consideraciones ante lo ocurrido el miércoles pasado. La primera, que fue un total desatino del Gobierno el hecho condicionar una solución a la profunda crisis fiscal con un tributo, que necesariamente debe ser aprobado por la Asamblea. Para ser más claros, no fue una estrategia, fue una tontería.
La segunda consideración es que la chulería de los políticos criollos perjudicó directamente a los ecuatorianos. En año electoral, es obvio que los asambleístas tenían que mostrar su oposición a nuevos tributos. También tienen derecho. Lo que no tienen derecho es a decirlo en momentos tan complicados y descomponer más aún la economía tan magullada y llena de desaciertos del Ejecutivo, sino ahora del Legislativo también.