Los perversos

Relata Foucault en "Los anormales" que la señora M., en 1728, solicitó a la Policía que, para poder estar segura y en paz, encierre sin proceso previo a su perverso hijo y lo haga a través de una lettre de cachet (una carta con el sello del rey por la que se ordenaba la prisión de cualquier persona). La íntima convicción de la autoridad autorizaba condenar, sin pruebas, al perverso moral por ser sujeto peligroso. Bastaba la relación de unos hechos que denotaren la anomalía ética de un sujeto y sean indicativos de un potencial daño a otro para que se expida la lettre.

Cuatro siglos después el Ecuador reinició el sistema, autorizando y autenticando la práctica de la condena sin pruebas, los cambios son sólo formales: en lugar del rey, el cachet lo impone un juez, éste recibe la orden del Gobierno a través de ruedas de prensa o cadenas nacionales y se la llama, en su origen, prisión preventiva para camuflar que es pena anticipada y se trata, asimismo, de un combate a la perversión moral y al peligro de sujetos escogidos por el poder. Con el retorno al pasado, en este país, se consigue la reivindicación del poder absoluto y con la "metida de manos en la Justicia" se logra la condena sin pruebas.

«Lettres de cachet» es, ahora, una tragedia teatral ecuatoriana que se presenta a diario en ocho escenas: Escena 1. Se ve un grupo que protesta en una calle por una falta del servicio público y se oye o lee una opinión solidaria. Escena 2. Aparece un policía informando que ha capturado a los revoltosos y al crítico. Escena 3. Se aprecia una rueda de prensa del ministro que los exhibe como pervertidos y peligrosos por ser terroristas unos y sedicioso el otro. Escena 4. Sale el fiscal copiando el discurso oficial llamando al documento "acusación". Escena 5. Aparece el juez instructor, junto al fiscal, ordenando la prisión preventiva. Escena 6. Se ve al tribunal de condenas penales redactando las sentencias de prisión definitiva por terrorismo a los unos y sedición al otro e imponiendo el sello (cachet). Escena 7. Aparece una prisión y afuera la familia de los inocentes condenados preguntando por qué sus pruebas no son parte del guión. Escena final: Sale el Censor Ocho a exclamar "Respuesta censurada". Para la prensa incorrupta la obra escenifica la moderna justicia que ha eliminado, por ser institución neoliberal, la condena con pruebas; así como ha abandonado, por arcaica, la separación de poderes.

El mensaje es para los perversos insumisos que merecen ser excluidos, como los de la tercera edad o los pensadores críticos. El dictamen surgido de los corazones ardientes contra éstos requiere, para su eficacia, del sistema sencillo de la lettre de cachet: el poder acusa, el juez condena. ¿Qué idea pueril reclama pruebas de un delito?

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