¡Error inexcusable! La Revolución Ciudadana acogió la ficción para aplicarla a la conducta de sus jueces.
Es el instrumento creado para someter a los seleccionados y regular su actividad. Es parte del tinglado en el que los jueces cometen errores grotescos a favor del Gobierno sin castigo, pero en el que no se toleran fallos adversos, pues son yerros demenciales que cambian la trama de la obra en que hay dos actores y uno, el Gobierno, no pierde jamás.
Los jueces no pueden decidir a favor de los derechos de las personas en una causa en que intervenga como contraria la Revolución. Eso es beso de Judas o error inexcusable.
Pueden equivocarse, pero no al extremo de cometer el imposible judicial de negar la razón al Buró omnisciente. Esa actuación judicial no admite excusa, es indefendible. Es traición que el Consejo de la Judicatura Revolucionario se encarga de condenar como desvío alucinado. Aclaremos que condenan la traición, no lo decidido por el juez en Derecho, sino el acto trapacero y subversivo.
Y, de esta forma, los fallos judiciales son controlados por el Gobierno, a través de sus jueces superiores, para que surjan a su favor; los traicioneros e inexcusables son causa de despedido intempestivo.
En el caso de los Jueces Nacionales destituidos, hijos y buenos servidores de la Revolución Ciudadana, su error atroz, según el Servicio de Resoluciones Ilegales del Gobierno, fue haber fallado contra una decisión que por su matriz es perfecta. Analizando el fallo se constata que es una sentencia justificada.
No es verosímil que exista una opinión, académicamente calificada, que no coincida en que el fallo judicial fue jurídico y, por tanto, nula la resolución ilegal.
Pero entonces preguntamos ¿por qué despidieron a los jueces? Las explicaciones oídas son porque: 1), ¡Sí y punto!; 2), fue un fallo en Derecho y, por lo tanto, contra el Servicio de Resoluciones Ilegales; 3), es inexcusable sentenciar en Derecho ya que traiciona la esencia de un Estado sin derechos; 4), los jueces no acataron la orden de fallar contra su propia convicción; 5), los magistrados quisieron ser independientes dentro de un Estado absoluto; 6), eran un pésimo ejemplo que podía ser imitado por otros jueces; 7), el Servicio de Resoluciones Ilegales no puede ser corregido por juez alguno, pues la norma legal rige por sus decisiones infalibles; 8), la Constitución y la Ley no están para ser acatadas por la Revolución, sólo por los ciudadanos; 9), hay que cumplir la promesa de «meter las manos en la justicia» para fines del Gobierno; y, 10), hay que inaugurar la «mejor justicia del mundo» que es la expresada en actos políticos camuflados como sentencias.
¿Y los jueces colegas y amigos? Obedientes, firmes, saludando en coro ¡Hasta la Victoria Siempre!