El presidente de la República, Guillermo Lasso, dijo la semana pasada en una entrevista que es posible que en esta semana se pueda abrir el diálogo con los indígenas. Por su parte, la Conaie, de alguna forma, ha dicho que hay la posibilidad de sentarse a hablar con el Gobierno. Visto así, parecería que hay una esperanza para que Ecuador no se vea sumido en el caos. Pero nada es tan fácil, y menos en política.
Entre los dos estamentos hay un abismo profundo que los separa: sus posiciones opuestas. La Conaie habla de exigencias, de mandatos. Quiere que se mantengan los subsidios a los combustibles. El Gobierno ha sido claro en que no está en sus planes derogar los decretos, heredados por el anterior régimen, que permiten una salida progresiva de los subsidios a los energéticos.
Las dos son posiciones opuestas. Tanto, que cualquier intento de diálogo está destinado al fracaso si se diera el caso de que llegaran a una mesa, se vieran a los ojos y se dieran cuenta de que lo único que tienen en común es la cantidad de cromosomas… y les toque evacuar el lugar para seguir repitiendo: “deroguen los decretos” y “no está en nuestros planes”, respectivamente.
El pasado domingo, este Diario publicó una entrevista con la experta italiana en negociación Olga Cavallucci. Allí, entregó varias claves de cómo debería proceder este diálogo con una premisa repetida tres veces en su alocución: evitar una escalada del conflicto, dadas las experiencias de octubre del 2019 (cuando hubo una huelga de hambre de los maestros, protestas en la frontera norte y el anuncio de la liberación de los precios de los combustibles; ante eso, la movilización del Frente Unitario de Trabajadores y de los indígenas no se hizo esperar, estos últimos llegaron en su mayoría desde la Sierra Centro a Quito y hubo 13 días de paralización económica, y fuertes disturbios, lo que derivó también en represión policial y excesos en las protestas). ¿Paralelismos en 2021?
Cavallucci dice que hay una ventana de oportunidad para el país, que el diálogo con los movimientos sociales es imprescindible, pero que el punto clave no es lograr sentarse a dialogar, sino estudiar el momento y pensar todas las claves que hacen posible ese diálogo, es decir, enumerar sigilosa y metódicamente las motivaciones y las preocupaciones de las dos partes y solo ahí plantearse una zona de posible acuerdo.
Esa zona se establece con concesiones. Ahí es donde entra la parte interesante de cómo se deber abordar una negociación, dado que en el Ecuador tenemos una larga tradición política de lo que, en la teoría de juegos, se llama suma cero, que resulta cuando nadie cede un centímetro su posición: todos suman cero. Para Cavallucci en estos procesos, para evitar ese impasse, se debe conceder algo de parte y parte, a eso identifica como la zona de posibles acuerdos que puede facilitar un entendimiento.
Es una hora importante para Ecuador. Ver hasta qué punto lo que una estrategia negociadora eficiente puede lograr evitar que escale el conflicto entre dos partes. Es algo que todos los ciudadanos apreciaríamos con demasía.