Los cuerpos de la masacre de Turi se reconocen con asistencia psicológica

Familiares reconocieron a las ppl asesinadas en la cárcel de Turi. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO

Afuera del Centro Forense de Cuenca hay carpas con 15 psicólogos de Derechos Humanos y Cruz Roja. Antes de ingresar a reconocer el cuerpo de su ser querido la persona recibe una ligera explicación de lo que puede encontrar. 

Bajo ese protocolo sicológico se inició la noche del domingo 3 de abril el reconocimiento de los 20 privados de la libertad, que fueron asesinados en el interior del Centro de Rehabilitación Social Turi de Cuenca.  

Esa cifra no variará porque los grupos especiales de la Policía y Ejército concluyeron las requisas en las celdas y la situación ya está controlada, dijo Pablo Ramírez, director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de la Libertad (SNAI). 

Todos los cadáveres, entre ellos cinco desmembrados, llegaron hasta la media noche del domingo al Centro Forense y con el arribo de cada vehículo de Medicina Legal los presentes se angustiaban. 

Abuelos, padres, hermanos, hijos, cuñados, tíos y primos de diferentes ciudades del país, se abrazaban y se consolaban en medio de la incertidumbre de no tener información certera de los suyos, en los exteriores del centro carcelario.  

Por los mensajes de texto y audios que se compartían sabían que el ataque descontrolado se produjo en la celda 64 del pabellón de mediana seguridad denominada 'Sueños', en la que todos murieron y fueron atacados por reos de máxima seguridad.  

Marlene mostró los mensajes previos a la masacre que recibió a las 21:48 de su esposo. “Negra (esposa), otra vez están en fiesta y bebiendo los de máxima (seguridad). Hay mucha bulla y no se puede dormir”, decía.  

Por su esposo -que se confirmó entre las víctimas- sabía que eso ocurre todos los fines de semana y que nadie podía impedirlo porque era organizado por los líderes de la banda de Los Lobos y sus células.  

Marlene se fue a dormir sin pensar que esa misma noche se venía lo peor. Él le había llamado a la 01:09 pero su teléfono se había descargado y solo le dejó el mensaje de voz “negrita nos vienen a matar y son bastantes. Cuida a mis hijos”.  

En la mañana desperté con esa noticia y desde entonces esto es un dolor profundo, dijo entre lágrimas. Una psicóloga de Derechos Humanos le dio una botella de agua, le palmoteaba la espalda para que se tranquilice y dialogaron de la situación.  

Minutos después, un médico legista con vestuario quirúrgico se dirigió a los presentes para pedirle información antropológica que ayude a identificar y reconocer a los cuerpos para avanzar hacia las autopsias: características específicas del cuerpo, lunares, tatuajes, implantes, lesiones, cirugías. 

Mi hermano tiene un tatuaje de corazón en el dorso de la mano derecha, dos lunares en el pecho y una cicatriz en el muslo por un enfrentamiento dentro de la cárcel, dijo Rosario. “No lo hemos visto desde hace más de un año, no sabría si tiene otros cambios”. 

La mañana de este 4 de abril, la secretaria de Derechos Humanos, Bernarda Ordóñez, dijo que en medio de esta situación tan dolorosa han dado un mensaje de tranquilidad mediante la asistencia sicosocial a 101 personas en los exteriores del Centro Forense.   

También les están ayudando con los trámites para el certificado de defunción y el féretro. Hasta las 16:00 de este lunes 4 de abril todos estaban identificados, pero de tres no llegaban los familiares para corroborar la información y que aprueben las autopsias. 

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