Jimy Córdova viste un implacable terno negro, corbata azul y zapatos concho de vino, fabricados por él. Desde hace 15 años toca el arpa en los restaurantes de La Mariscal, en el norte. Antes de hacerse músico fue artesano, se dedicaba a elaborar calzado en Ambato, la ciudad donde nació.
Viene de una familia de artesanos y artistas; su padre, Víctor Córdova, era músico, tocaba la guitarra y el arpa. En Ambato era conocido porque animaba fiestas y otros compromisos sociales.
Desde que Córdova tenía 10 años le llamó la atención el oficio de su padre. Hasta los 12 le acompañaba a las presentaciones, en un inicio era el encargado del sonido. “Cargaba los instrumentos y conectaba los cables”. Luego cogía a escondidas los instrumentos de su papá y trataba de entonar notas. Así inició su carrera artística.
Lo hizo a escondidas, hasta que su padre encontró en él ese apego por la música. Se convirtió en su primer maestro.
Dos años tardó en aprender a tocar el arpa. Entre risas, dice que no fue nada fácil. “No es un instrumento muy utilizado y requiere de mucha dedicación”.
A los 14 años ya se presentaba en los escenarios de Ambato. Como complemento aprendió a tocar la guitarra y el rondador.
En una de sus presentaciones, un cliente le hizo una oferta laboral en Quito. Él viajaba desde Ambato solo para las presentaciones. Cada vez era más requerido en la capital, hasta que decidió mudarse, definitivamente, con su esposa y con sus tres hijos.
De lunes a sábado, sale a las 12:00 de su casa, ubicada en la ciudadela Atahualpa, en el sur. Toma un bus hasta el sector de La Mariscal y llega al restaurante El Rincón del Gaucho. Ahí despliega su arte desde hace tres meses.
En un día recorre, en promedio, cinco restaurantes. Hay clientes que ya lo conocen y le tienen lista la propina sobre la mesa. Con ellos saluda amablemente y hasta les pregunta qué melodía quisieran escuchar.
El arpa que tiene actualmente es la sexta. La compró en Ambato. En los restaurantes, las personas lo aplauden y hasta le piden otra canción. Allí también hace contactos para presentaciones particulares. Va a cumpleaños, matrimonios, bautizos, pedidos de mano y reconciliaciones.
Córdova recuerda que el viernes de la semana pasada, después de terminar su presentación, un señor se le acercó para contratar sus servicios. “Me pidió que le acompañara a su casa para dedicarle una serenata a su esposa”.
El cliente no había llegado a su casa desde el miércoles y estaba convencido de que si le llevaba serenata a su esposa le perdonaría y le abriría la puerta.
Córdova aceptó. Frente al portal de la vivienda entonó, con su guitarra, la canción Alma, corazón y vida. Luego, la señora abrió la puerta y les invitó a los dos a cenar. Es una anécdota que no olvida por su particularidad.
Tiene un cúmulo de experiencias con relación a este oficio. “Es el mejor legado que me dejó mi padre, me da para vivir y me dio a la mujer de mi vida”. Está casado desde hace 32 años. Su esposa siempre le apoya. También le ayuda: recibe las llamadas en la casa y concreta los contratos.
A sus 76 años, Córdova, reconoce que tiene muchas ganas de seguir incursionando en la música. Tiene un sueño: grabar alguno de sus repertorios, que consta de pasillos, valses, pasacalles, sanjuanitos, baladas, entre otros ritmos.
Se siente excluido porque el Municipio no le ha invitado a los actos organizados para celebrar a Quito como Capital Americana de la Cultura. También tiene otras aficiones.
En su juventud se dedicaba al fisicoculturismo. Ahora, trota todas las mañanas en los alrededores de su casa. Los fines de semana va al parque Las Cuadras.
Es atento y muy cordial. Tiene una envidiable facilidad de palabra. No descarta volver a dedicarse, a tiempo completo, a la elaboración de calzado. Para no perderse en la falta de práctica, es el zapatero oficial de su esposa y de sus hijos. En sus horas libres toma las herramientas y da forma al cuero. Es otro de sus atributos.
Córdova deleita a los comensales y es uno de los personajes de La Mariscal. Tiene muchos amigos que lo cuidan.
HOJA DE VIDA
Jimy Córdova
Su experiencia. Toca el arpa, la guitarra y el rondador desde los 14 años. Se ha presentado en varios festivales de música nacional. T oca el arpa en los restaurantes del sector de La Mariscal.
Su punto de vista. Para él, la música es una forma de vida. Considera que es indispensable inculcar el gusto por la música en los jóvenes.