Testimonio. Andrés Caicedo.
Movilizarse en esta ciudad es un caos. A las 06:00 que salgo de mi casa, en el sur, hacia la universidad, en el norte, los buses convencionales y los articulados pasan repletos. En ocasiones debo esperar hasta 10 minutos en las paradas hasta que uno de estos buses pase medio vacío y me lleve. Cuando ya no puedo esperar más, me toca tomar un taxi. Desde San Bartolo hasta la av. Granados, donde estudio, pago USD 6. Es mucho dinero y no tengo para gastar todos los días.
El recorrido en bus se demora 50 minutos, a veces más. Las clases empiezan a las 07:15. Para evitar retrasarme salgo de mi casa máximo a las 06:00, porque si no no llego a tiempo.
Por culpa de la congestión en el tránsito he llegado tarde muchas veces, no solo a la universidad, sino a reuniones o citas.
Los profesores no me dejan entrar y pierdo hasta dos horas de clases. Esto me baja en notas porque ya no entrego un trabajo o no doy una lección. Además, es molesto no ser puntual.
Por las distancias en la ciudad es obligatorio movilizarse en un vehículo. Prefiero un carro privado por la comodidad y la seguridad. Igual me quedo estancado en el tránsito, pero al menos nadie me empuja o maltrata.
Tampoco debo esperar en las paradas de buses.
El tránsito en Quito es un caos, no hay alternativas que nos motiven a dejar los autos en casa. El sistema de transporte público no funciona, ni ayuda.