Al pasar cerca de las personas que hacen fila para tomar un turno en el Registro de la Propiedad, en las calles Ulloa y Murgeón, se escuchan quejas y se ven caras de enojo y mal humor. “Esto es un desastre”, “La espera es demasiado larga”, son algunos de los comentarios.
Son las 16:40 del lunes. Alrededor de 80 personas esperan por entrar al edificio. Delante de Jaime Carrillo hay 25 personas. El hombre utiliza audífonos mientras revisa sus documentos. A ratos levanta su mirada hacia la puerta. El hombre fue en la tarde porque escuchó que hay menos gente en este horario y que la atención es un poco más ágil.
Adentro hay menos personas que en las mañanas y se siente calor. Moverse por los pasillos es más fácil, a pesar de la aglomeración de personas en el área de las ventanillas 9, 10, 11 y 12.
Cerca de 100 personas esperaban ser atendidas. Unas aguardan sentadas y buscan la manera de matar el tiempo. Otros leen revistas, otros miran el celular. Hay quienes tienen la mirada como perdida y aquellos que prefieren dormir. Algunos están de pie y apoyados a una pared, otros pasean entre la gente.
A las 17:20, Carrillo toma un turno y encuentra una pared para apoyarse. Cuatro ventanillas están vacías. Eda Quiroz está sentada en el piso cerca de la puerta de ingreso a las oficinas del los funcionarios. Quiere una explicación. Pasan unos minutos sin que nadie la ayude. El guardia, que está detrás de la puerta de vidrio, la mira. La mujer se va.
Son las 17:45. Empieza a oscurecer y los negocios de la cuadra cierran. Las luces del Registro empiezan a resaltar en la oscuridad. Ana Coronel se pone detrás de la última persona en la fila. Ella prefiere venir a esa hora porque se supone que hay menos gente. “Al mediodía es peor. En las tardes la aglomeración se reduce”.
Unos minutos después llega apresurado Ronald Jara. Se ubica detrás de Coronel, mira hacia la puerta y hace un gesto de disgusto. Hay 30 personas delante de él. Jara ha estado cinco veces en el Registro. Desde la tercera optó por el horario de la tarde. “Hay menos gente y, sobretodo, no hay sol. Con una chompa para el viento la espera no es tan mala”.
A las 18:40, más de una hora después de haber tomado un turno, Carrillo sale del lugar. Se cansó de esperar. Para él, no es cierto que la congestión es solamente en las mañanas, la espera es larga a cualquier hora. Adentro hay 70 personas y 60 más en la fila.
A las 19:00, las personas sin turno ingresan al lugar y el guardia cierra las rejas. Tres minutos después, cinco personas discuten con el guardia para que los deje entrar. La atención continúa hasta las 20:00, pero ya no es permitido el ingreso de más gente por la cantidad de personas que permanecen adentro.