En el Ecuador, más de 3 000 niñas menores de 14 años se convierten en madres, producto de violación. En su mayoría, los delitos los cometen padres, hermanos, primos, tíos y otros familiares o personas del círculo cercano de las niñas (vecinos, amigos, etc.), de acuerdo con datos oficiales. Eso hace que la violencia sexual sea un secreto en la familia.
Pero la violación no es el único tipo de violencia sexual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como cualquier acto sexual, la tentativa de consumarlo u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de su relación con la víctima, en cualquier ámbito.
Los abusos sexuales a niñas por parte de personas cercanas llevan consigo la necesidad de ayuda profesional, tanto para la víctima como para la familia, señala la psicóloga infantil Camila Pozo. Con eso se puede evaluar e identificar de qué manera la niña está afectada, dice.
La comunicación también es clave. La especialista explica que, según la edad de la víctima, sus padres o cuidadores deben explicarle que el abuso sexual tiene una consecuencia legal. Para eso es importante respetar el deseo de la víctima sobre el inicio de un proceso con la justicia.
Este jueves 25 de noviembre es el Día de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Con ese motivo se realiza el podcast EL COMERCIO VIOLETA, para abordar temas relacionados con la fecha. El primer episodio explica qué son los secretos familiares y cómo afectan a las víctimas de violencia sexual.
¿Cómo manejar la violencia?
Pozo sostiene que para conseguir comunicación es importante construir un ambiente de confianza en la familia, dando a las niñas el 100% de atención cuando tienen algo que contar. “Jamás son oportunos comentarios que les haga sentir avergonzadas. A veces, de manera inconsciente, se puede decir ‘qué exagerada’ o ‘esas cosas pasan’; ‘es normal’.
Verónica Egas, directora del Centro de Psicología Aplicada de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) coincide. Además, señala que siempre se debe creer a la víctima. “Eso implica que los adultos estén dispuestos, sea quien sea el abusador, a dar apoyo emocional y afectivo a la niña. Poco importa la situación o el contexto, la responsable no es la niña. Los adultos están a cargo de su protección”.
Cuando el abuso sucede dentro del círculo familiar se produce una ruptura, explica Egas. El abordaje de esta situación tiene que darse de manera pertinente y clara, de forma que se ponga un corte a la violencia, dice.
Para las mamás o personas que conocen del abuso es difícil para los adultos enfrentar a hermanos, tíos, abuelos, señala. “Pero es importante hacerlo porque no es solo un tema legal sino emocional”.
La especialista enfatiza en la importancia de buscar organizaciones que trabajen alrededor de la violencia, que tengan profesionales en las áreas de psicología, trabajo social y legal. El objetivo es que puedan explicar las rutas a seguir y se acompañe a las víctimas en el proceso de reparación.
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