Probablemente nadie encarnara con tanta precisión los valores y las características del jurisconsulto, como el doctor Ramiro Borja y Borja, quien recientemente falleciera en la ciudad de Quito.
No solo que Borja y Borja fuera reconocido como el mayor constitucionalista del Ecuador y ocupara múltiples funciones desde las de concejal capitalino y consejero provincial de Pichincha, hasta elevadas tareas en la Corte Suprema de Justicia, la presidencia de una excepcional Comisión Legislativa Permanente, también cátedras universitarias de su especialización, la personería de una de las comisiones que se organizaron para la reestructuración Jurídica del Estado, sino que su “oceánico” conocimiento –no hay cómo llamarle de otra manera–, se condensó en una obra colosal, a la que el autor tituló‘Síntesis del pensamiento humano en torno a lo jurídico’, el mes de abril del 2005, a través de 10 tomos y más de cuatro mil páginas.
Aún solo desde el punto de vista de la realización editorial, es una obra fuera de serie, ejecutada durante la presidencia de Marco Antonio Rodríguez, de la Casa de la de la Cultura, y de la que me cupo el privilegio de realizar la modesta presentación en su momento.
Con admirable sencillez, el propio Borja explicó el fundamento del plan: “Aunque inicialmente por exigencias de mi buena y enérgica madre, cuanto leí desde la época ya lejana de los dieciocho años, fue objeto de resúmenes míos y abarcan múltiples materias, por haberme orientado hacia el estudio del Derecho, la mayor parte de mis lecturas sobre él recaen. Los estudios enderezados a lo jurídico no pueden –a menos de ser estériles, intrascendentes– reducirse al Derecho Positivo que ello cristaliza”.
En definitiva, como razonada y oportunamente lo diré, “la Historia manifiesta el curso de la vida de los hombres regidos por el Derecho y la materia de este, consiste en la Economía”.
Observa que los “nexos se dan en la esfera del valor, al cual el Derecho por su esencia sirve. Procede entonces recordar la esencia del Derecho, antes de ubicarlo donde le corresponde. De ahí que perfilar las ramas del árbol jurídico constituye el antecedente inmediato para el ordenamiento de los resúmenes que sobre ello recaen”.
Y de esta manera, con absoluta y límpida lógica; con un estilo denso y reflexionador; con erudición que parece increíble, avanzan todos los enjundiosos tomos, a partir de los que Borja califica como supremos “valores: es decir la Verdad, el Bien y la Belleza”.
Pese a lo escueto del resumen, no cabe pasar por alto siquiera dos aspectos decisivos: uno fue el sentido del humor con frecuencia irónico y siempre penetrante, que distinguiera al Dr. Borja y Borja y el otro, fue la singular realización de la Comisión Legislativa de entonces, que permitió a los estudiantes y estudiosos disponer de los documentos legales que les eran de todo imprescindibles.