Con una meta clara: erradicar la pobreza extrema Dilma Rousseff asume la presidencia de Brasil, la gran potencia de nuestra región y la octava economía del mundo tras las altas cotas de popularidad que deja su antecesor Luis Inacio Lula da Silva.
Forjada en las luchas de la izquierda y con experiencia política en el gobierno de Lula, la primera mujer en la historia de Brasil en alcanzar el solio presidencial hizo un juramento solemne: “Aún existe una pobreza que averguenza a nuestro país. No voy a descansar mientras haya en Brasil brasileños sin alimentos en su mesa y niños pobres abandonados a su propia suerte”.
Las ceremonias de transmisión de mando recibieron el acompañamiento de varios mandatarios de la región. Inclusive la secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, cuya presencia es simbólica por la situación geopolítica y el interés que las relaciones de los distintos países de nuestro continente mantienen con Estados Unidos. Si bien la señora Clinton no se reunió con la presidenta Rousseff, el corto encuentro con Hugo Chávez fue significativo, un intercambio de sonrisas días después de que Washington reaccionara retirándole la visa al Embajador venezolano luego que el país caribeño no diera el beneplácito al Embajador norteamericano.
Llamó la atención la ausencia en Brasilia del presidente ecuatoriano Rafael Correa cuyo mandato se ha caracterizado por una vertiginosa agenda internacional y múltiples viajes, algunos de menor significado aparente que la transmisión de mando de Brasil, país con el que Ecuador mantiene buenas relaciones no exentas de tensiones por aspectos relativos a intereses empresariales.
Los retos de Dilma son inmensos, nuestro país los seguirá con sumo interés. Ojalá que cumpla su promesa. ¡Suerte!