En medio de la polvareda levantada, en la puerta de toriles, por la ordenanza de reciente data -voltereta incluida con el invento del toreo “a la quiteña” –el libro que publica Guillermo Corral, ‘El Rito en la Arena’, es un aldabonazo para la Fiesta Brava en Quito.
Corral, compañero (me resisto a decirle ex compañero) de singulares y hermosas jornadas en EL COMERCIO, es un periodista multifacético y, como buen quiteño, es aficionado a los toros. Producto de ello es esta publicación en la cual visualmente se resume gran parte de lo que ha ocurrido en nuestra plaza Quito.
La corrida en su esplendor y en todo su ritual: el toro bravo, los toreros en el paseíllo, en el callejón , en la capilla, la gente… la linda gente de Quito en el tendido, la “corte española” que acompaña a los diestros, las mujeres y su sin par belleza.
Y allí está la vida y la muerte en un drama excepcional y artístico. Porque el toreo es un arte sin igual e intenso en todos sus matices. Porque, además, ha convocado por siglos a pintores, poetas, escritores, músicos, cantantes y artistas de la lente que, como Corral, plasman en color o en blanco y negro la
belleza del toro y el arte del toreo desde el primer capotazo, hasta la muerte del astado (por hoy suspendida en Quito) en la plaza. Por eso… ¡viva el arte del toreo!