La lectura política de la derrota electoral del movimiento gubernamental y su impresionante maquinaria de campaña tiene un mensaje, aunque su proyección a escala nacional puede ser equívoca.
Pasemos a explicar. En el cantón Nuevo Paraíso, en la provincia austral y oriental de Zamora Chinchipe, una entente de Pachakutik y el Movimiento Popular Democrático (MPD) ganó las elecciones de la Junta Parroquial. Tendrán tres curules, mientras que el movimiento gubernamental Alianza País tendrá dos escaños.
Lo curioso del asunto es que en la campaña tuvieron un rol protagónico tanto el prefecto provincial, Salvador Quishpe, que apoyó a la fórmula ganadora, como el presidente Rafael Correa. Ambos llegaron a un altercado verbal en los días anteriores a la elección. Habría que cuestionar que autoridades que están en funciones públicas -y la crítica vale para ambos mandatarios- se entreguen a la campaña y descuiden sus tareas.
El tema que podría tener una proyección nacional como deriva del resultado electoral tiene que ver con la actividad minera, que se espera despegue pronto en el país, una vez superados los aspectos legales de los nuevos contratos que suponen una inversión extranjera millonaria y a varios años plazo, lo cual puede garantizar gigantescos ingresos para el Fisco y una distinta fuente de motor de la economía. El activismo radical se opone a la explotación minera por principios de defensa de la naturaleza, y también ese debate puede proyectarse al escenario nacional. Se sabe que el Gobierno se halla empeñado en impulsar la minería con mucha fuerza por las razones anotadas.
No es proyectable, empero, la derrota política de AP al escenario de las elecciones presidenciales 2013, para las que todavía media un arduo y extenuante año.