Las mañanas y tardes de fútbol, las jornadas de noticias importantes, los acontecimientos internacionales y las voces creíbles se agolpan en los sonidos más recónditos de la juventud.
Era Radio Quito. Con el radio transistor en el bolsillo, la caminata al fútbol se hacía amable, acompañada. Esta es una de las condiciones de la magia inasible, casi inexplicable, de la radio.
Como decía el maestro colombiano Jimmy García Camargo: ‘la radio es la novia del mundo’. ¡Cuánta sabiduría y limpieza encierran esas palabras!
En las ondas de la radio seguíamos en casa la caída de Velasco Ibarra y las primeras palabras del Gral. Guillermo Rodríguez Lara, a quien luego quiso el destino que pueda entrevistar en la misma Radio Quito.
Recuerdo el trepidar de las balas en el golpe de la funeraria. Años después conocí a los periodistas y operadores que hicieron posible la transmisión y llegamos a trabar amistad. Y, claro nos llenaron de anécdotas inolvidables.
Antes, el bombardeo a la Casa de la Moneda, la muerte de Salvador Allende, y el advenimiento de otra dictadura.
En las jornadas de fútbol las voces del inolvidable ‘Pancho Moreno’, Patricio Jarrín y sus hermanos, Blasco Moscoso, y mi compañero de las transmisiones taurinas Edison Vargas Acosta y su talentosa familia ya nos hacían estar ‘en vivo’ en los escenarios deportivos. La goleada a América de Ambato( 11-0), y el descenso a segunda división, con voces críticas y algunas lágrimas, todo en el estadio o por Radio Quito.
En transmisiones taurinas Jorge Carrera Viteri -lector cotidiano de Diario EL COMERCIO -Rodrigo Darquea, Manolo Franco, compañero comentarista después ( Luego Carmen Toledo perdón omisiones por falta de espacio). En el especial conmemorativo Torerías radiamos un fragmento de una faena narrada por Pepe Alameda en 1974. Transmisión que seguí desde la última fila de la Plaza Quito, por esta radio que cumple 80 años con gran frescura.
Cuando Alfonso Laso (Pancho Moreno) me propuso, en 1982, montar el programa Torerías no lo pensé dos veces. Allí fuimos, allí estamos. Años más tarde, en 1986, la señora Guadalupe Mantilla de Acquaviva, entonces directora de este Diario, nos encargó con Iván Oña el célebre noticiero Ecuadoradio. Fue un clásico que instauró Gonzalo Rosero y el reto era enorme. Formamos un equipo juvenil y con periodistas jóvenes como Mayra Clavijo, Yolanda Salinas o Mayra Miranda( y muchos más).
Edison Vargas seguía siendo el gran locutor que tanto extrañamos y estaba Eduardo Jarrín, y otro querido amigo, Gustavo Cevallos, quien llegó a dirigir la emisora.
En 1995 la vida nos llevó por otros rumbos. Miguel Rivadeneira quedó al frente con su profesionalismo, es mi compañero de este nuevo momento en Radio Quito, con Platinum FM y Ecuadoradio, ambos buques insignias del periodismo y la radiodifusión. Un sueño hecho realidad hace 38 años. ¡Gracias a la vida!