En el país importa más el cargo que el encargo. Se han cumplido 2 años de labores del denominado gobierno de transición encabezado por Lenín Moreno y en el aire solo queda preguntarse ¿Quién quiere gobernar el país? A dos años de dar una respuesta a esta interrogante, por medio de nuestro voto, parecería imposible encontrar alguna persona que desee hacerse cargo de la labor administrativa que demanda la coyuntura nacional.
Candidatos, pretensiones e intereses seguramente existen pero con eso sin duda no basta.
Resulta angustioso observar declaraciones de estado que pretenden sostener un sistema de rehabilitación social donde los papeles parecen estar invertidos. Sin duda se los priva de la libertad más no del libertinaje que se vive allí dentro.
Preocupa de sobremanera observar que desde el año 2018 alrededor de 31 reclusos han muerto, de los cuales 24 han sido asesinados por otros internos.
De la misma manera y como ya es una práctica habitual, en la Asamblea Nacional no hay rumbos claros, específicamente para la designación de los representantes de las distintas comisiones. Esto nos lleva a levantar más dudas ¿Serán estas las consecuencias de tener un partido de gobierno que se ha perpetuado en la dirección del Estado por más de 10 años?
No existen titubeos al momento de marcar diferencias con la administración anterior, sin embargo, donde si quedan dudas, es en el accionar de aquellos “representantes” que aún forman parte del poder y que parecen no querer resignarse con menos. El vicio del poder.