El tiempo pasa, la impunidad se mantiene y la justicia que se retarda no es justicia. Las acciones que se han adoptado los últimos tiempos han sido plausibles para desbaratar el modelo de corrupción que durante diez años impusiera el correismo, que destruyera las instituciones, concentrara el poder en el déspota y engañara al país con propaganda oficial.
La Fiscalía viene realizando una tarea loable pero los esfuerzos resultan insuficientes e incompletos porque primero se sentenció al vicepresidente y otros altos funcionarios de la revolución ciudadana, pero no se ha recuperado nada de los USD 33,5 millones que la compañía brasileña entregó por coimas, según las pruebas. A comienzos de este año se anunció que quedaban pendientes indagaciones al ex vicepresidente por peculado, cohecho, concusión, testaferrismo, lavado de activos y hasta hoy no se conoce el avance de estos casos. ¿Qué pasó, por qué demora tanto y no recuperan los dineros de corrupción?
El cuento del 30 S tiene que ser desbaratado y ponerse al descubierto cómo se atacó con armas letales a un hospital con enfermos, en donde supuestamente estaba secuestrado el autoritario pero seguía actuando, dando órdenes y disponiendo el decreto de emergencia. Quién se traga ese molino cuando en estos casos, dicen los manuales de seguridad, lo primero que se hace es aislar y esconder al secuestrado, cortarle comunicaciones y contactos y eso no ocurrió.
Nunca hubo secuestro, sí una insubordinación inadmisible de policías. Lo confirmó el número uno de FF.AA. de entonces, que en su libro señala que el delirante mandatario estuvo retenido, mas no secuestrado. El Presidente hizo contacto telefónico con el Ministro de Defensa, disponiéndole que se le rescate de inmediato y por ese ataque tiene que responder. Peor argumentar que hubo intento de golpe de Estado “blando” como señalara el informe de la comisión de correistas.
Resultado: más de 200 jueces y fiscales (según el Consejo de la Judicatura Transitorio) se subordinaron al poder para perseguir, acusar y sentenciar a inocentes, que fueron a la cárcel por culpa de la vanidad y odio del autoritario. Hoy tienen que responder judicialmente, en el debido proceso, y deben establecerse las responsabilidades hasta llegar al causante de todo, que desoyó las recomendaciones de seguridad de no ir al cuartel.
Tiene que haber decisión y agilidad para hacer los juicios de derecho de repetición contra personajes del correismo que festinaron recursos del Estado. Por qué no se hizo con el pago de USD mil millones a la Oxy y hoy el fallo final de la Corte de La Haya en contra del Ecuador por el caso Chevron y que luego se determinará cuántos millones USD habrá que entregarle en medio de esta crisis. Que pague el “valiente” pero irresponsable prófugo de Bélgica.