Vergonzoso e ilegal lo acontecido con la ciudadana venezolana –y por tanto sudamericana- Lilian Tintori al impedirle ingresar al Ecuador la semana pasada.
Nuestro país, que se precia de tener la legislación más adelantada en la libre circulación de personas –derecho recogido en la Constitución y en la flamante Ley de Movilidad Humana- y que pregona la ciudadanía universal, no admite la entrada a una mujer que, amparada en esas leyes y en la tan cacareada Ciudadanía Sudamericana de UNASUR, desea visitar nuestro Ecuador “libre” y “democrático”. ¿Por qué le temen?
La Sra. Tintori, cónyuge de un preso político en su país, tiene pleno derecho de circular libremente por los países de América del Sur y por otros del mundo y así lo ha hecho. Pero ¡oh sorpresa¡ no lo puede hacer en el nuestro. No pienso que su presencia en territorio ecuatoriano sea un peligro para la seguridad pública, tampoco que pueda alterar el orden social y peor aún que vaya a promover la violencia. No hay razón alguna para que no pueda ingresar al Ecuador.
Obviamente que en el país debe cumplir con las obligaciones que le impone la ley, pero también tiene sus legítimos derechos y puede ejercerlos. Ella es, por ejemplo, libre de exponer su pensamiento, reunirse con quien le plazca, comentar sobre lo que sucede en su país, todo esto al margen de la ideología que tenga, la religión que profese, su condición social, el color de su piel, su preferencia sexual. Como lo han hecho muchos extranjeros que han visitado el Ecuador.
Da la impresión de que le temen por la inseguridad del oficialismo. Inseguridad de que una mujer valiente, con su sola presencia, cuente verdades incómodas sobre Venezuela cuyo gobierno se parece cada vez más al nuestro y que pueda incidir en la campaña electoral. ¿No están tan seguros de su triunfo? Entonces, ¿qué daño les puede hacer?
En pleno proceso electoral, en el que los candidatos deben exponer sus ideas sobre temas de interés público que puedan caracterizar a sus potenciales gobiernos, se han pronunciado sobre este incidente. Ambos lo han hecho aunque de manera diferente. Lasso ha condenado lo ocurrido y Moreno ha respaldado, como era previsible, al gobierno. Y en este último caso me asalta una duda. ¿Si Moreno pregona el diálogo, la mano tendida, la tolerancia y el respeto a las leyes, en un hipotético gobierno suyo habría actuado de la misma manera? Y, si ese hubiera sido el caso, y representando en esta lid al oficialismo ¿Por qué no incidió para que le permitieran entrar? O es que él también le tiene temor.
Mientras esto sucedía, el Canciller Long se solazaba en Ginebra, al mismo tiempo, sobre los avances de la Ley de Movilidad Humana que pregona todo lo contrario a cómo procedía su gobierno con Lilian Tintori.