El estreno de ‘Big Eyes’ invita a revisar las características de la filmografía de este director. Foto: AFP.
Con lo macabro y la risa, el terror y el grotesco, la cotidianidad y el expresionismo, el universo de los vivos y el de los objetos animados, Tim Burton ha trazado una filmografía peculiar y ha sentado un estilo de espanto y maravilla, poesía y dibujo.
Ahora, las salas nacionales reciben su más reciente estreno ‘Big Eyes’, historia basada en la vida de la pintora Margaret Keane. Ver este filme es recordar las características que han hecho de Burton, un realizador único.
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Según escribe Antoine de Baecque, en ‘Tim Burton’ (Cahiers du Cinema, 2011): “Burton ha contribuido a desacralizar la dirección, (…) en beneficio de la creación ‘ex nihilo’ de un universo fruto de su prolífica imaginación”.
Como provocación -continúa el crítico francés- podría decirse que Burton es más ‘atrezzista’ que director, más decorador que cineasta, más maquillador que dramaturgo. “Él lo reivindica e incluso lo convierte en la esencia de su proyecto cinematográfico desde sus primeras obras”.
En esa línea, Burton es un cineasta que se vuelca más que a la dirección, a la fabricación de filmes. Su trabajo, más que al rodaje, se traslada a la etapa previa: a la concepción de personajes, de lugares, de fábulas; lo cual se traduce en la composición de un universo, por sobre una puesta en escena.
Sus preferencias se arremolinan en los personajes más que en la historia, pero todo se fusiona al dotar de verosimilitud y credibilidad a esos mundos imaginarios.
Lo hizo desde ‘Vincent’, ese corto animado tan icónico que Burton creara tras su breve paso por Disney y, sobre todo, por su fascinación con Vincent Price. Vincent es la primera criatura burtoniana y salta a la vista que está inspirada en la psicología y el aspecto de su autor, también introvertido, melancólico y despeinado. Además es el esbozo de muchos personajes futuros…
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Se trata de seres que están en consonancia con los ambientes recreados en los filmes, pues los decorados funcionan como materialización de la psique de los personajes. Esas urbanizaciones de casas color pastel y verdes jardines, que tanto se asemejan al Burbank de su infancia, en los cuales se trasluce una especie de perversidad. También están los edificios góticos, victorianos o tenebrosos; y la constante presencia de cementerios.
Otra marca en su universo es la estructura narrativa de cuentos de hadas, una forma que se inició con ‘Eduardo Manostijeras’. Un modelo que se justifica, pues permite la construcción de imágenes extremas, con cierta base en lo real.
La propia historia de Burton podría comenzar con “érase una vez…” un niño que buscó relatar el cuento de su infancia y lo consiguió años más tarde mediante la imagen en movimiento. Con ella exorcizaría incluso sus demonios navideños (‘Eduardo Manostijeras’, ‘Batman Regresa’ o ‘Pesadilla antes de Navidad’).
Tanto como su pasado se vincula con su obra -la muerte de su padre para ‘Big Fish’, por ejemplo-, también lo hace el cine que vio, su cinefilia. ‘Ed Wood’, ‘Planeta de los simios’, ‘Charlie y la fábrica de chocolates’, ‘Sombras tenebrosas’, las series clase B son parte de esa memoria audiovisual que delineó la estética y los intereses de Tim.
‘Big Eyes’ es un título por demás referencial a las relaciones que Burton entabla con el mundo y los otros. Así, no sorprende que la elección de actores que ha hecho a lo largo de su filmografía deba gran parte a este rasgo fisonómico. “Me fascinan los ojos de la gente y, desde luego, él los tiene”, dijo el cineasta con respecto a Michael Keaton, cuando le adjudicó el rol protagónico de ‘Bitelchús’.
Y tras conocer a Johnny Depp, antes del rodaje de ‘Eduardo Manostijeras’, también habló de la mirada del histrión: “Era capaz de hacer no se qué con los ojos y conseguir que se volvieran cristalinos. (Y para mayor referencia con lo que ahora es ‘Big Eyes’) Parecía que estuviera a punto de echarse a llorar; como uno de esos cuadros de Walter Keane, los de los ojos grandes”.
Tal fascinación por los ojos se podría repetir al nombrar a Winona Ryder, Helena Bonham Carter, Anne Hathaway, Amy Adams…
Tim Burton ha sido el creador de una imaginería que se convirtió en parte de él mismo. Prueba de que la singularidad puede alcanzar el éxito, más allá de su conflictiva relación con la maquinaria hollywoodense y los arrebatos de sus fantasías.