Dos negros loeros son los encargados de llevar a la Mama Negra en Zumbahua. Foto: Fabián Maisanche / El Comercio
Los habitantes de cuatro comunidades indígenas de Zumbahua, en Pujilí, fueron parte de la fiesta religiosa del Guagua Santo Rumi o del Niño Sagrada Piedra en español.
Una parte de los festejos coincidió con el feriado de Carnaval, el Pawkar Raymi y el Miércoles de Ceniza. En los tres días de festejos hubo procesiones, eucaristías, danzas tradicionales, conciertos y toros populares.
Fausto Guamán fue uno de los ocho priostes que presidió la celebración. El trabajador contó que cinco organizadores y la mayor parte de los asistentes son migrantes. Los indígenas viven y trabajan en Quito, Latacunga, Ambato y otras urbes.
Ellos laboran como albañiles, agricultores, conductores y en otros oficios. Los fines de semana regresan a los páramos de Zumbahua para pasar con sus padres o familiares.
“En esta celebración y en otras fiestas nos reunimos y compartimos con la comunidad”, aseguró Guamán.
La imagen del Guagua Santo Rumi está en la iglesia de la comunidad Michacala, ubicada a 6 kilómetros del centro parroquial. La primera actividad de los priostes fue retirar la imagen y trasladarla hasta la Casa Comunal de Pucaugsha.
Priostes y asistentes caminaron más de tres horas al son de la banda de pueblo. Los músicos interpretaron ritmos andinos donde bailaron y los negros loeros recitaron coplas.
Estos personajes son parte del séquito que acompaña a la Mama Negra. Los loeros visten trajes coloridos y son los encargados de alegrar la festividad. Su rostro está pintado de negro y en una de sus manos llevan una botella de licor de diversos colores.
Para la fiesta en Pucaugsha se contrataron ocho loeros de Pujilí y tres vecinos se disfrazaron de Mama Negra, Ángel de la Estrella y Rey Moro.
Los personajes montaron caballos y lucieron trajes, como un vestido blanco y una varita. El ‘Soberano’ lució una larga capa negra, una chaqueta roja, pantalón azul y un sombrero adornado con plumas y borlas.
La vestimenta de la Mama Negra consistía en un terno y una larga peluca de color negro. La cara estaba pintada de negro y unas grandes gafas oscuras ocultaban sus ojos. En una de sus manos llevaba un muñeco y en la otra, un aventador elaborado de totora.
Otros de los protagonistas de la festividad son los disfrazados. Hombres visten de monos, osos, payasos y chorizos (son payasos que llevan un garrote hecho de tela). “Estos personajes bailan y animan a la población a disfrutar de las actividades programadas”, comentó el vecino Mauricio Latacunga.
En uno de los rincones de la Casa Comunal se levantó un pequeño altar con paja y maderos. Ahí se realizó una misa de acción de gracias, el martes. Asimismo, se compartió una pambamesa con productos cosechados en la zona. En horas de la tarde se desarrolló una fiesta de toros de pueblo y en la noche hubo un baile popular con orquestas de Latacunga y Otavalo.
El despertar del albazo y la misa fueron el fin de fiestas, el miércoles. En la eucaristía se impuso la ceniza.