Un grupo de críticos considera que un nuevo estudio controvertido que relaciona la exposición a campos electromagnéticos durante el embarazo con el asma en los niños es inconsistente e ignora muchas investigaciones previas que sugieren que esa exposición es inofensiva.
El estudio de investigadores de Kaiser Permanente en Oakland, California, midió los niveles de exposición a campos magnéticos -generados por cosas como redes eléctricas y microondas- en 801 mujeres embarazadas y realizó un seguimiento de sus hijos.
Los expertos hallaron que los niños cuyas madres habían tenido los mayores niveles de exposición -dentro del 10 por ciento superior en el estudio- eran 3,5 veces más propensos a desarrollar asma que aquellos con mamás ubicadas en el 10 por ciento inferior de la cohorte.
Pero muchos científicos están desafiando los resultados, que fueron publicados el lunes en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. “Las conclusiones fuertes delineadas por este artículo de que la exposición a campos magnéticos en el embarazo aumenta el riesgo de asma en los hijos no pueden ser justificadas en base a la evidencia brindada en la publicación”, indicó en un comunicado Patricia McKinney, profesora de epidemiología pediátrica de la University of Leeds en Gran Bretaña.
McKinney resaltó que el estudio ignora revisiones científicas importantes que concluyeron que no existe un “caso lo suficientemente fuerte para ninguna investigación mayor sobre este tema”.
Controversia
Muchos estudios previos fracasaron en su intento por demostrar consistentemente que la exposición crónica a campos electromagnéticos son dañinos para la salud humana.
El doctor De-Kun Li, investigador de Kaiser Permanente en Oakland expresó que muchas de esas investigaciones pidieron a las personas que estimaran sus niveles de exposición durante muchos años, lo que es casi imposible.
Para obtener una respuesta más concluyente, Li diseñó un estudio prospectivo en el que 801 mujeres embarazadas usaron monitores que midieron su exposición a campos magnéticos durante las 24 horas.
Esos monitores midieron su exposición a campos magnéticos de baja frecuencia, provenientes de electrodomésticos como microondas, secadores de cabello, ventiladores, cafeteras y lámparas fluorescentes, redes eléctricas y transformadores. No se midió la exposición a campos electromagnéticos de mayor frecuencia generados por teléfonos celulares.
El equipo empleó registros médicos para seguir a los hijos de las mujeres por 13 años. Durante el seguimiento, 130 chicos, o el 20,8 por ciento de los participantes del estudio, desarrollaron asma. La mayoría de los casos de asma se diagnosticó antes de los 5 años de edad.
Luego, los expertos compararon sus niveles de exposición durante el embarazo con las tasas de asma y hallaron que los niños cuyas madres habían tenido los mayores niveles de exposición eran 3,5 veces más propensos a desarrollar asma.
El riesgo para los chicos cuya exposición fue “media” -entre el 10 y el 90 por ciento del grupo-, el riesgo de asma era un 75 por ciento mayor que en aquellos con la menor exposición. El profesor David Spiegelhalter, de la University of Cambridge en Gran Bretaña, manifestó que el estudio de Li tiene la ventaja de haber medido la exposición a campos magnéticos durante el embarazo en lugar de confiar en una estimación de las participantes.
No obstante, Spiegelhalter señaló que el hallazgo de más casos de asma parece ser una conclusión posterior en un estudio que originalmente estaba diseñado para analizar los abortos espontáneos. “Esto significa que es esencial que los resultados (…) sean replicados por otros investigadores”, expresó.
Li coincide en que los hallazgos necesitan ser replicados por otros científicos. Alrededor del 13 por ciento de los niños menores de 18 años padece asma, una condición causada por el mal funcionamiento de los órganos respiratorios y el sistema inmune.