Marcela Slade estuvo en Quito durante la presentación del libro ‘La novela de mi poesía’, de Edwin Madrid, en el que realizó las ilustraciones.
Polifacética, transita entre el arte, la ilustración, la academia, el diseño gráfico, la moda y joyería. Nacida en Estados Unidos, de madre colombiana, con una vida en España y Ecuador, de donde es su esposo, afirma que “no soy demasiado gringa para los gringos ni demasiado ecuatoriana para los ecuatorianos”.
Eso del desarraigo debe ser algo muy difícil…
Es muy difícil. Es como estar un poco suelta. No tienes amigos, pero al final ¿qué somos si no la soledad? Sí, somos humanidad y todos somos hermanos, pero a la final uno está solo. Eso de los amigos y de la familia se van muriendo y no importa si te vas. Es bueno tener una raíz y sí tengo una raíz acá, me siento muy ecuatoriana, parte de esta gente.
Aunque es posible que la miren siempre como una gringa.
Me siento de aquí y también de mi pueblo en Estados Unidos y los protejo cuando puedo. No veo por qué es un problema cuando hablo de la política de acá. Me dicen que no vivo acá, que no puedo opinar y ¡claro que puedo opinar! Es mi pueblo también. Me nacionalicé ecuatoriana, lo tomé como país de adopción.
Es la xenofobia y el racismo inverso, algo que pasa lamentablemente en todas partes…
En EE.UU. no me pasa pero sí a mi marido y a otra gente por su acento o su forma de verse. No me gusta el término negro o blanco…
En donde da clases fue el primero para los afroamericanos y eso debe ser algo interesante, en medio del racismo que hay.
El pueblo donde vivo, Carrboro, es progresista, pero sales y a los 15 minutos es puro Trump. La ‘U’ era y es predominantemente afrodescendiente. No me gusta la palabra negro. Es una Universidad subvencionada por el Estado, como para dejarlos ahí. Ahora, si te pones a pensar, los afrodescendientes quieren estar todos juntos. También lo entiendo como algo positivo. Qué chévere que en esa época se abriera una universidad para descendientes afros. Me encanta estar allí, pero nunca me voy a poder poner en los zapatos de ellos. Nunca fui una perseguida ni descendiente de esclavos.
Hemos llegado al extremos de lo políticamente correcto y lo identitario. Tom Hanks dijo que en este tiempo no podría actuar de gay en Filadelfia porque ese papel lo tendría que hacer un gay; una mujer blanca europea no puede traducir a la poeta Amanda Gorman porque no es afrodescendiente…
Pero está mal cuando un gay nunca ha actuado de gay. No puedes oprimir eso. Hay homosexuales que quieren ser actores y que pueden entender ese rol. Cuando estuvo en el colegio, en el 94, se decía ‘afroamerican’. Cuando me fui y volví al país después de 16 años, se dice ‘black’, pero no ‘afromerican’ porque algunos no se sienten africanos y algunos no se sienten americanos porque también hay afros latinos. Eso es algo que recién voy entendiendo mejor porque todo cambia. Prefiero el término afrodescendiente.
Nos estamos cuidando de todo lo que decimos.
Es un poco feo, pero no podemos seguir diciendo ‘longo de mierda’. La usan un montón todo el tiempo. Y eso tiene que parar.
Es un insulto. El tema es la cancelación, que tiene origen en las universidades de EE.UU. No se trata de superar el pasado, sino de borrarla, anularla porque no le gusta.
En eso estoy en desacuerdo. Es superexagerado pero es porque tantas cosas se han oprimido. Luego llega el momento en que los homosexuales exigen que no les insulten y que no digan chistes con la palabra maricón. Entiendo que es porque ha habido demasiada opresión. No es correcto insultar al prójimo. Aquí se insulta mucho al indígena o que se ve como un indígena y no lo entiendo, si la comida que nos llega es trabajada por manos indígenas. Deberíamos dar gracias por su tierra que, además, era de ellos…Y ahora peor aún con el petróleo. Entiendo por qué hay eso, si bien es un poco exagerado y tienes que caminar sobre algodones. Con tal de que hagas con amor porque se siente cuando no quieres decir de mala manera.
Muchos dicen que Luigi Stornaiolo es su gran maestro y que influye mucho en su trabajo…
Fue mi maestro por tres años y fui su mano derecha en su taller. Aprendí mucho, pero creo que yo ya venía con lo que la gente reconoce que es su estilo en mi obra: lo grotesco, lo macabro, lo feo, lo que no se habla. Yo ya los venía tratando. Goya, me encanta, lo surreal, la perspectiva. Por eso me atrae su obra, pero no es que aprendí de él lo que siempre he sido. De Luigi aprendí a usar los colores, el pincelazo, el ser más suelta, sobre la magia del arte, en el sentido de las cosas que pasan mágicamente en una obra.
Usted trabajó el mural de Stornaiolo que hoy está borrado. ¿Cómo sintió eso?
Es triste, pues cumplió su misión de mejorar el ambiente del centro y que incluía este arte urbano. Los ciudadanos ya lo aceptaban como parte de la cuidad y se identificaban con él. El mural se llamaba Mural Dos…pero lo bautizaron Los Abuelos, los Jubilados, y me parece una falta de respeto borrar antes de haber consultado con el artista, pero las cosas cambian. Parece que le han ofrecido otro espacio para pintar la mismo u otra imagen. Ojalá sea en un espacio interior; así no requerirá de mantenimiento.
Marcela Slade
Es estadounidense y ecuatoriana. Actualmente da clases en North Carolina State University.
Durante su vida en Quito tenía la galería Xerrajeros. También tiene su línea de moda: Slade Designs, de piezas únicas.
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