En esta vivienda la madera es el elemento predominante y está en las estructuras y las paredes. El techo es de zinc. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Las casas de la zona rural de Esmeraldas conservan la arquitectura vernácula de la zona. Esta consiste en utilizar materiales y productos del medio para levantar sus estructuras con diseños sencillos.
Están construidas a una altura promedio de un metro y medio del piso. Constan de un pequeño balcón, diseñado con tiras de caña guadúa y pasamanos de madera, cruzadas entre sí, o puestas en forma de rejas.Los miradores dan una imagen decorativa a las fachadas de las casas, que se caracterizan por ser algo rústicas por el material utilizado (caña guadúa verde recién cortada).
El olor de la hierba húmeda se siente al interior de la casa recién construida, el aroma se pierde mientras el sol va secando las cañas frescas usadas en las construcciones del pueblo afro e indígena del norte de esta provincia.
Las escaleras de las viviendas también son hechas con caña guadúa y tiras de madera, trabajadas artesanalmente por carpinteros de la misma zona. El techo es de rampira (hoja de la tagua trabajada para que quede impermeable). También se utilizan el cade (hoja de la paja toquilla) y las láminas de zinc.
Las divisiones interiores están elaboradas del mismo material, pero en forma de latillas. La caña está cortada a la medida con hacha de mano. En los años 50 se usaba un pequeño machete llamado ‘tambo’, muy afilado, para hacer los cortes, hoy se hace con el hacha.
Algunas conservan el tradicional fogón hecho con madera, y una azotea adornada con pequeñas canoeras de caña, en donde se cultivan plantas tradicionales como la menta, el limoncillo y la chiyangua.
Los adornos de las casas son hechos con la misma guadúa como son ceniceros, lámparas, maceteros, estanterías y hasta los huertos para los animales. Las estructuras y los pisos de las viviendas son construidas con maderas como el laurel o la chonta. Los cuartones se usan como puntales, pero también la guadúa cumple esa función, por considerarse sismorresistente.
El arquitecto Gino Rivera explica que pese a que en la ciudad han dejado de usarse este tipo de casas, el campo de Esmeraldas conserva esta tradición vernácula llena de ancestralidad. Estas son casas tipos palafito, por ser elevadas, es decir, son altas para cuidarse de animales rastreros, las inundaciones y para conservar espacios comunes para la distracción.
Los palafitos (de madera o guadúa) funcionan como la estructura y, asimismo, sirven para lograr la llamada ventilación cruzada. El piso de tabla o latilla de caña permite que a través de las grietas se filtre el aire y exista una mayor y mejor ventilación ambiental.
La caña y la madera se convierten en los materiales propicios por estar en las poblaciones, para construir casas a bajo costo y cómodas para el descanso, explica Edilberto Landázuri, constructor.
Para que los clavos no dañen la guadúa se colocan tapas de gaseosas como refuerzo, a manera de arandelas.