El ladrillo visto y la madera se destacan en esta construcción de tres plantas, con ático. Foto: Ricardo Cabezas para El Comercio.
Redacción Sierra Norte (I)
San Pedro de Huaca es uno de los cantones más fríos de Carchi. Su temperatura promedio es de 12 °C, por lo que sus 7 600 habitantes (censo 2010) deben protegerse del frío.
Entre los ‘remedios’ que esgrimen los huaqueños para frenar el embate del clima están los sistemas constructivos utilizados para levantar las casas.
El uso de materiales ancestrales termoaislantes como ladrillo, piedra, madera y teja se vuelve indispensable y, además, pone un toque de vistosidad a los inmuebles. Estos se constituyen en un atractivo de esta población centenaria, donde aún perduran muchas casas de adobe y bahareque, también aislantes.
Ricardo Enríquez es uno de los pioneros en el rescate de los materiales antiguos en este cantón carchense. Su casa, ubicada en las calles 8 de Diciembre y Huacán de Los Pastos, es un ejemplo fidedigno. “El ladrillo es una composición de dos elementos sagrados de la naturaleza: la tierra y el fuego. Mientras que la madera es amigable con el ecosistema y mantiene las temperaturas”.
Otra novedad que tiene su vivienda de 120 m² es que la convirtió en ‘un hotel de paso’ para familiares y amigos.
Por eso incorporó áreas destinadas para disfrutar de momentos de diálogo y encuentro familiar en las tres plantas del emprendimiento.
El diseño interior es el resultado de la creatividad de varios carpinteros, artistas y albañiles del sector. Ellos aportaron, durante un año, con varias ideas y prácticas para concretar este inmueble que sintetiza la tradición de la zona, explica José Elías Paspuel, constructor de este tipo de viviendas.
Los interiores son rústicos, dejan a un lado la modernidad, pero brindan calidez y comodidad, señala el carpintero Miguel Castillo. Este agrega que la madera juega un papel importante en las estructuras, pisos y tumbados.
En la primera planta están distribuidos la sala, el comedor, la cocina, un estudio y un local comercial familiar.
En el piso siguiente están tres dormitorios, un baño y una sala pequeña, desde donde se avista el campo a través de grandes ventanas de madera.
El ático cuenta con un cuarto de huéspedes y un espacio para infantes. ‘El palomar’, como le llaman, tiene forma triangular y en la parte central superior una ventana con la simbología del pueblo Pasto.