Un departamento de una edificación en la calle Alpallana se transformó en un reducto de estilo actual, mediante los acabados y el color.Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO
Llega el momento en que la fisonomía del departamento no da para más. El paso del tiempo y la obsolescencia en muebles y estilos lo convierten en un espacio arcaico y antifuncional, explica el diseñador Simón Ordóñez. “Y empieza a perder valor, tanto monetario como estético y utilitario”.
Entonces es el momento de dar un cambio radical a esta estancia, asevera Mayra Vizuete, del taller MKM Arquitectos: hay que remodelar.
El rediseño tiene muchas ventajas, afirma María Fernanda Espín, principal de ese taller. Permite dar nueva vida a ese viejo espacio a través de la luz, de la circulación del aire y de la utilización de colores, texturas y materiales.
El objetivo es unívoco: mejorar el hábitat y el bienestar de los usuarios.
Lo que se busca es repotenciar el ambiente dotándole de una nueva imagen y otra funcionalidad, más acorde con la forma de habitar actual, afirma Ordóñez.
Además, los cambios mejorarán la plusvalía del bien.
No existe una sola fórmula para realizar esos trabajos y cada profesional tiene la suya.
En un departamento de la González Suárez, Ordóñez empezó por derrocar todas las paredes inútiles que se podían para ampliar los espacios y dotarlos de más luz, ventilación y funcionalidad. Para el amoblamiento prefirió la madera (olivo, colorado…).
El nuevos estilo es tipo loft, muy funcional y definido.
MKM cambió totalmente un departamento en la Alpallana utilizando materiales de última data como cortinas de vidrio templado, tinas de lujo, muebles de cocina con granito y frentes termolaminados.
Pero la remodelación también puede tener otras aristas, como las que utilizan Daniel Moreno y sus socios. Ellos trabajan mucho con materiales reciclados y hasta ancestrales.
El taller-vivienda de Pilar Flores en La Gasca es un ejemplo de originalidad, funcionalidad y buen uso de materiales.