A más de los vitrales, esta artesana elabora acrílicos con motivos de indígenas del país. Foto: Xavier Caivinagua/PARA EL COMERCIO
Las polleras de la Chola Cuencana son la principal inspiración para elaborar vitrales y otros adornos con detalles alusivos a los indígenas.
A la cuencana Silvia Astudillo no solo le gustan los vistosos colores de esta prenda, sino también el movimiento que tienen cuando caminan esas campesinas.
En sus creaciones, que pueden adornar salas, comedores, terrazas, zonas aledañas a las piscinas, entre otros ambientes, ella plasma esa vistosidad.
Si bien le gusta probar materiales como el mármol, piedra, aluminio, madera… para sus trabajos, el vidrio y el espejo son los favoritos.
Según ella, la razón es que estos materiales emanan una mayor luz y sus obras adquieren un brillo especial. “Las imágenes se ven más nítidas y parecen tener vida”.
Las polleras de las cholas cuencanas, al tener tonalidades vistosas y brillantes, ganan protagonismo al ser pintadas sobre el vidrio o un espejo.
En sus vitrales también se destaca el azul del cielo y los ponchos y los sombreros de los indígenas saraguros y cañaris, que son las otras etnias que Astudillo resalta en sus creaciones.
Desde hace 13 años, ella tiene su negocio Vidrioarte Galerías, en el Centro Municipal Artesanal Casa de la Mujer, en el Centro Histórico de la capital azuaya. Allí funcionan 82 locales, que ofertan artesanías elaboradas en diferentes materiales y con motivos ancestrales y tradicionales.
Astudillo se interesó por los motivos indigenistas “porque estamos rodeados de la presencia de las cholas cuencanas y sus vistosos atuendos”.
Aunque reconoce que cuando inicio su trabajo, hace 13 años, era más común verlas por la capital azuaya porque, en la actualidad, hay quienes dejaron sus trajes y los cambiaron por pantalones y chompas.
A más de las polleras adornadas con los bordados, ella destaca en sus pinturas los ponchos, los sombreros y las actividades cotidianas de los indígenas como el cuidado del ganado y agricultura. También las danzas, sus festividades y los indígenas ubicados en sitios tradicionales de las principales ciudades del país.
A esta cuencana le gusta dibujar, tomar apuntes y fotografiar. Con esa información realiza los bocetos ajustados a los formatos de vidrio donde los plasmará.
Después dibuja su creación en el vidrio e inicia el pintado. No se necesitan muchas capas de pintura.
Si se usa el vidrio deslustrado se debe emplear la pintura normal para este tipo de material y solo se deja secar. Pero si se emplea el vidrio convencional se requiere ingresar al horno, recomienda Astudillo.
El tiempo de trabajo depende del tamaño de la obra y de la complejidad del diseño. Un vitral grande de 1,50 x 2 metros puede terminarse en una semana y un pequeño de 17 x 50 centímetros en tres días.
Los precios varían en función del tamaño. Un vitral de nueve centímetros por 10 cuesta USD 10, mientras uno de 1,20 metros por un metro USD 350. Ella asegura que sus creaciones son exclusivas.