En la antigua guarnición militar del norte del país, que servía como un sitio de acantonamiento, sobresalen la torres. Las principales miden 16,80 metros, mientras que las del centro 19 m. Fotos: José Mafla/El Comercio
El antiguo cuartel militar parece un castillo medieval en medio de la Ciudad Blanca, Ibarra. Los dos torreones de estilo saeteros, situados a los costados, lucen impecables. Se resalta la piedra y el ladrillo.
Este inmueble, construido entre 1907 y 1930, junto al primer Palacio Municipal, al que está anexo, forma la denominada manzana patrimonial de la capital de Imbabura. Ambos fueron restaurados en los últimos 18 meses.
La intervención, dirigida por el Municipio de Ibarra y ejecutada por el consorcio Chiriboga Perasso, fusionó las técnicas modernas con las ancestrales en las dos edificaciones.
El cuartel, que llevaba el nombre de Batallón Jaramijó, ocupa un área de 5 237 m². La piedra labrada -que se trajo de canteras vecinas- y el ladrillo, elaborado por artesanos del sur de Ibarra, dominan la mayor parte de la construcción.
Según el arquitecto cubano Noriel Santamaría, técnico del Cabildo local, estaedificación tiene influencia estilística de la Colonia, con elementos de la arquitectura militar española.
“Su valor constructivo se destaca por el uso de materiales de la zona. Se trata de un sistema sustentable que aprovechó la piedra y el ladrillo. Eso es parte de la tradición constructiva ecuatoriana de la región andina”, comenta.
Esas técnicas también se resaltan en la recuperación del antiguo Palacio Municipal, que fue levantado años antes que se erigiera el cuartel militar. Este edificio, que ocupa 2 138 m², fue construido con piedra, adobe, ladrillo y teja.
Lo más destacado de la construcción y decoración está el cielo raso y la pintura mural de los corredores y de los salones, comenta María Fernanda Lucano, quien junto a Tanya Egas, dirigieron los acabados del Palacio.
Las expertas se sorprendieron por los sistemas constructivos que encontraron. Utilizando carrizo, estera y chocoto (una mezcla de barro con paja y melaza) repusieron y reforzaron los tumbados elaborados con el antiguo sistema denominado chaya.
El valor agregado es la exquisita decoración de este edificio patrimonial. Se recuperó la pintura decorativa original. Sobre todo a nivel de zócalos y guirnaldas. Estos últimos están en marcos de puertas y ventanas.