El imaginario colectivo concibe a un cementerio como un gran campo planificado para enterrar a los difuntos, ya sea en la tierra como en bloques repletos de nichos.
Claro, los camposantos tradicionales también reservan espacio para los grandes mausoleos familiares, las estatuas de gran escala y los jardines decorativos, que sirven para que los visitantes atenúen sus emociones.
Varios otros panteones son definitivamente minimalistas, y su diseño arquitectónico tiene como condicionante tratar de minimizar las tumbas, en vez de realzarlas.
Quito está a punto de incorporar una nueva tipología en esta categoría: el cementerio vertical Memorial Necrópoli; el primero en su tipo en el país, según el Ing. Pablo Cevallos, el gestor de esta empresa.
Claro que el cementerio de El Batán incorporó hace algunos años un edificio con tres pisos dedicados para columbarios, pero el Memorial es el primero planificado, diseñado y construido con la finalidad de dar refugio final a las cenizas de 2 4 000 finados, pues tiene una capacidad para 12 000 columbarios dobles.
Un proceso que se distribuirá en los nueve pisos que posee este edificio de corte vanguardista ubicado entre las avenidas Río Coca y Eloy Alfaro, en plena zona funeraria, pues colinda con los cementerios de El Batán, Alemán y Judío y con las salas de velatorios que regenta el IESS.
El edificio, que fue diseñado por Cevallos y el Arq. Ricardo Sosa, tiene una arquitectura de avanzada, adecuada para cumplir su función con total eficacia. Está desarrollado sobre un área de 1 000 m².
Obviamente, explica la Ing. Adriana Montesdeoca, Memorial Necrópoli también tiene un espacio para un camposanto tradicional, donde los deudos pueden enterrar a sus seres queridos bajo tierra.
La estructura entramada del edificio de nueve pisos, que tiene una fachada de vidrio y un ascensor panorámico, es ideal para que la gente pueda rendir homenaje con una vista panorámica de fondo espectacular.