La playa privada del edificio Oceanía se levanta sobre el muro rompeolas. Foto: Patricio Ramos /EL COMERCIO
Los acantilados de Manta ubicados sobre las playas Murciélago y Barbasquillo de Manta, el principal puerto de la provincia de Manabí, viven un desarrollo inmobiliario vigoroso desde el último decenio.
Las condiciones urbanísticas y naturales de excepción de estas dos zonas exclusivas, emplazadas al suroeste de esta ciudad portuaria, han hecho que se conviertan en verdaderos anzuelos para los desarrolladores de vivienda.
En este despegue ha influido de manera decisiva la privilegiada geografía, que ofrece una gran protección natural ante los fuertes oleajes y un paisaje inmejorable, condicionantes que han elevado la plusvalía de lotes y construcciones, convirtiendo a los dos sitios en reductos residenciales de alta gama, donde se levantan edificaciones y conjuntos habitacionales de diseño vanguardista y tecnología de punta, con servicios y equipamientos comparables a los de ciudades de alto desarrollo inmobiliario como Miami o Panamá, por poner dos ejemplos.
El acantilado mantense, que mide de entre 20 y 25 metros desde la playa hasta su borde, es aprovechado por los promotores de vivienda para incorporar diversos equipamientos comunales para aumentar la categoría de sus proyectos.
La última novedad es la incorporación de playas propias de los edificios de departamentos o conjuntos privados. Un ejemplo de esa apropiación lo pone el grupo GEM Constructores, que han construido cuatro edificios al filo del acantilado.
Todo pasa por un tema de solución estructural que, además, involucra la seguridad de la edificación, la creación de una playa sobre la playa, un sitio para lotf y hasta la construcción de una piscina de infinito (que no tiene un borde y parece que se prolonga al horizonte), comenta Carlos Garcés, arquitecto del GEM.
En Murciélago se levanta Oceanía, un edificio recién inaugurado. La altura del escarpado es de 22 metros. Garcés afirma que se aprovechó esta dimensión y se crearon tres terrazas, armónicamente conjugadas con la naturaleza.
En la primera terraza se construyó un muro de cinco metros de altura que trabaja como rompeolas. Ese elemento protege a la torre y, además, es la estructura para la playa artificial que, en este caso, es de 500 m² . En la segunda terraza está el loft; en la tercera la piscina.
En Mykonos, conjunto de tres torres, el acantilado mide 25 metros. Aquí se levantaron cuatro terrazas. La primera, ubicada después del muro de contención, adecuó 1 500 metros para la playa privada. Lo mismo sucede con otra edificación, también en Barbasquillo, próxima a inaugurarse.
Garcés comenta que en la zona de la playa, frente a los proyectos inmobiliarios, se han sembrado más de 1 000 palmeras de coco. Estas palmas, además de dar sombra para los bañistas, embellecen el sector.