Los indicadores económicos apuntan a que puede haber un freno en la construcción del país. Esa perspectiva preocupa, pues más del 10% de la actividad económica ecuatoriana tiene relación con el sector constructivo.
No obstante, ese hipotético estancamiento puede servir para mirar hacia otros lados y, sin salirse de los rieles constructivos, buscar otras alternativas de crecimiento.
Un lugar donde se debe cavar para encontrar petróleo es el Centro Histórico de Quito y sus zonas colindantes, como el barrio Larrea (por poner un ejemplo).
Si se lograra optimizar el uso del suelo en este barrio se mejoraría la dotación de vivienda de buena calidad; y a precios muy razonables pues es un sitio totalmente consolidado (servicios básicos completos, tránsito regular, colindancia con los centros de gestión…).
El Larrea es un barrio que posee una importante cantidad de ‘lotes de engorde’; es decir, terrenos subutilizados cuyos dueños los mantienen en ese estado comatoso a la espera de que la plusvalía crezca y puedan venderlos a precio de oro. Lo más probable con la consabida especulación de tierras incluida en el paquete.
De hecho, hace unos años se promocionó un proyecto de departamentos ubicado detrás del edificio del IESS, cuyos promotores eran el propio IESS y el Municipio capitalino.
A juzgar por la falta de movimiento en el lugar, parece que el plan residencial está en ‘stand by’.
Lo paradójico es que, analizados los pro y los contra, financiar vivienda en el Centro Histórico no es una mala inversión.
Proyectos como Plaza San Marcos y del ex-Hotel Colonial han demostrado que, bien planificada, la vivienda en el centro de la capital es asequible y de buenos estándares.