Cuatro comunas de Imbabura fueron galardonadas por su manejo de alpacas

La Corporación Líderes para Gobernar entregó un reconocimiento al proyecto Desarrollo Inclusivo de la Cadena de Valor de Fibra de Alpacas, de Imbabura. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.

La Corporación Líderes para Gobernar entregó un reconocimiento al proyecto Desarrollo Inclusivo de la Cadena de Valor de Fibra de Alpacas, de Imbabura. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.

La Corporación Líderes para Gobernar entregó un reconocimiento al proyecto Desarrollo Inclusivo de la Cadena de Valor de Fibra de Alpacas, de Imbabura. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.

Unas 10 alpacas pastan en el estadio de la comuna de Zuleta, en el suroriente de Ibarra. Unas 52 más permanecen en los páramos de esta localidad, que es parte del proyecto de Desarrollo Inclusivo de la Cadena de Valor de Fibra de Alpacas en cuatro comunidades de la provincia de Imbabura.

Al igual que en Zuleta, los habitantes de las localidades de La Florida (cantón Pimampiro), Morochos (Cotacachi) y Eugenio Espejo de Cajas (Otavalo) crían y aprovechan la lana del camélido andino. En total hay 238 ejemplares.

La iniciativa cuenta con el apoyo de la Prefectura de Imbabura y la Fundación Cooperación para el Desarrollo (Codespa). Este proyecto se ancló a la empresa Paqocha, de Quito, que se especializa en el manejo y proceso de la fibra en tejidos de alta calidad.

La iniciativa fue reconocida con el premio Prácticas Ejemplares 2019, en la categoría Cooperación Público Privada, que otorga la Corporación Líderes para Gobernar.

El año pasado este galardón fue para el Comité de Mujeres de la Unorcac por la industrialización de la chicha de jora, que tiene la marca Sara Mama.

En la comuna kichwa Karanki de Zuleta las alpacas fueron introducidas inicialmente para fortalecer el plan de conservación de páramos, recuerda la presidenta Rosa Colombia.

Una de las ventajas de este animal es que no afecta a la vegetación de las montañas. Los dientes son como tijeras que cortan el pasto, a diferencia del ganado vacuno que lo arranca.

Además, las alpacas tienen en sus patas una especie de almohadillas, que no erosionan los suelos. Eso ayudó a preservar los páramos donde nacen las fuentes de agua.

Las primeras alpacas llegaron a Imbabura hace aproximadamente una década. Pero no había un seguimiento técnico.

Patricia Guamán, veterinaria de la Prefectura, explica que desde hace dos años los campesinos se han capacitado.

Eso les ha permitido mejorar la calidad de la fibra. También técnicas para reconocer las diversas variedades de la lana y teñirla con productos naturales. Las mujeres realizan generalmente esta actividad.

Los hombres se han especializado en el manejo de los animales. Ellos dirigen el corte de las pezuñas, dientes y desparasitación, de acuerdo con un calendario sanitario establecido previamente.

También cuidan mucho que en los animales no exista consanguinidad entre sí, para que no se altere la calidad de los nuevos ejemplares.

En la localidad de La Florida, esta tarea está encomendada a Francisco Toaza. Ahí hay 13 camélidos que pertenecen a un grupo de campesinos. En los demás casos, los animales son propiedad de toda la comunidad.

La trasquilada, en cambio, es una tarea en la que participan hombres y mujeres. Es una verdadera fiesta que une a la comunidad.

Mientras unos sujetan a los ejemplares, otros trasquilan el pelaje. Esta actividad se ejecuta en verano. Con ello se evita que los animales se enfermen en la época lluviosa y fría. Una alpaca adulta produce entre 6 y 8 kilos de fibra al año.

La principal amenaza para las alpacas son los animales carnívoros que rondan por las montañas, como los pumas, aseguran los vecinos de Zuleta.

Es por ello que el fin de semana último bajaron a los 10 ejemplares más jóvenes al centro poblado. Para evitar posibles ataques en el día, un pastor acompaña la manada.

En la tarde las llevan a un lugar que tiene un cerramiento, en el mismo páramo.

La acogida de estas comunidades indígenas a esta especie introducida fue complicada. Algunos campesinos no veían futuro a la propuesta. Estaban preocupados por los resultados de un proyecto anterior, ya que las alpacas prácticamente quedaron olvidadas.

Pero ahora con el asesoramiento de especialistas se ha mejorado la calidad de la fibra.

Eso les abrió el mercado. Pero también utilizan la materia prima para tejer vestidos, sacos, ponchos, gorras, bufandas, entre otros.

Las artesanías son comercializadas a los visitantes que llegan a las parcialidades rurales. Además, se abrió una exhibición en la tienda de José Luis Farinango, un artesano de la localidad de Quinchuquí.

En este taller los turistas aprenden sobre el esquilado, clasificación, teñido y el tejido manual de esta fibra.

La idea es que la comercialización de estos tejidos permita dinamizar la economía de estos pequeños poblados.

La crianza de alpacas es una actividad económica importante no solo en Imbabura. También se aprovecha en Cotopaxi, Chimborazo y Cañar explica Justo Silva, de Codespa en Imbabura-Carchi.

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