Las alpacas regresaron a las montañas que separan Colombia y Ecuador gracias a un proyecto binacional que busca repoblar estos territorios fronterizos.
Unas 10 alpacas pastan en el estadio de la comuna de Zuleta, en el suroriente de Ibarra. Unas 52 más permanecen en los páramos de esta localidad, que es parte del proyecto de Desarrollo Inclusivo de la Cadena de Valor de Fibra de Alpacas en cuatro comunidades de la provincia de Imbabura.
Los buenos resultados que nueve comunidades obtuvieron con la crianza de camélidos motivaron a más comunidades a convertirse en alpaqueros.
Las alpacas se convirtieron en el tesoro de ocho asociaciones, ubicadas en seis comunidades de Cotopaxi. Estos animales, traídos desde Perú en el 2013, se multiplicaron y ahora son parte de la Red Alpaquera de la provincia.
Los habitantes de Pull Quishuar, una comunidad indígena de Guamote, trabajaron durante todo un día en la construcción del corral donde hoy se alojan 10 alpacas. La crianza de esos camélidos andinos promete rentabilidad y conservación ambiental de los páramos de la comunidad.
Los páramos de la comunidad Pull Quishuar lucen verdes y llenos de pajonales. Allí hay vertientes de agua y es el hogar de animales silvestres como conejos, lobos de páramo y curiquingues, y de un hato de alpacas.
Las rutas turísticas inspiradas en los camélidos andinos ahora tienen más fuerza en Chimborazo. Este año, más comunidades que ya se dedicaban a la crianza de alpacas y llamas abrieron sus puertas al turismo agroecológico.
La alpaca, un animal venerado por los pueblos prehispánicos de los Andes, es la estrella de un proyecto científico que busca clonarla para mejorar su carne baja en colesterol y su lana, apreciada en el mundo.
Un grupo de agricultoras aprendió a trabajar con la fibra de la alpaca en las comunidades Sacha y Cumbijín, ubicadas en uno de los ingresos al Parque Nacional Llanganates, en Salcedo. Estos poblados del oriente de Cotopaxi se dedican a la crianza de los camélidos desde el 2010.
Las dirigentes de la Asociación Sumak Llama (Llama bonita) están preocupadas por los problemas de consanguinidad que hay en las alpacas de Chimborazo. La situación se replica también en Cañar, Cotopaxi e Imbabura.
Las dirigentes de la Asociación Sumak Llama (Llama bonita) están preocupadas por los problemas de consanguinidad que hay en las alpacas de Chimborazo. La situación se replica también en las comunidades de Cañar, Cotopaxi e Imbabura.
Las alpacas, los camélidos de los Andes, pasean libres por las faldas del volcán Cotacachi, en Imbabura. “Estos animalitos son los mejores aliados de los páramos”, asegura José Flores, vicepresidente de la vecina comunidad indígena de Morochos.
Fernado Carlosama, de la comuna de Zuleta, (Imbabura), selecciona la fibra de una de las 74 alpacas que tienen en la comunidad. Con una especie de aguja de madera enrolla cuidadosamente la lana hasta sacar un hilo muy fino, el cual lo utilizará para tejer un saco de alpaca. “Todo es a mano. Queremos rescatar el manejo de la alpaca como lo hacían nuestros abuelos y que los jóvenes utilicen prendas de vestir naturales sin químicos”.
Los poblados indígenas de los cantones cañarenses de Azogues, El Tambo y Biblián sacan provecho al páramo. Como fuente de empleo y para cuidar el ambiente, 135 familias se dedican a criar alpacas.